Esto que voy a contar, resulta de un sueño, particularmente, de altura.
Como suele ocurrir en éstos momentos, desperté buscando un rastro efímero, quizás de mujer mujer amante, quizás de valentía o de un wiskhy con sabor a olvido, y te ví, tú, con piernas largas, más largas que la corta Sudamérica, te abracé, me alcanzaron los brazos, si estabas escuálida como África, te arropé, pobre como Europa.
Ecuador, sorbo o resto de nombre mal dado, quizás por tu meridional que se cruza con todos, aunque nadie te venga a visitar sin un mapa hasta llegar a tí; Sí, llegar, pero no descubrirte.
¿Ecuador?, porqué no con Q de Quererte tanto. Tus senos, inflamada vertiente volcánica, súbita.
¿Equador?, si, mujer, patria, venas abiertas, piernas vírgenes, falda de los Andes, espalda de cordillera. Tierra que duerme descalza a orillas del Pacífico.
Allí, en medio del medio de todo, tambaleando, trepándose al cielo, llorona, y aún así, aún así con esas manos de tierra, de vasija de barro, te amé, fui Intirraymi en tu Menguante. ¿Quién le puede explicar en su tono anglosajón que en éste momento se hace el amor de espaldas, se toma el té, se arde el alma?. ¿Quién? ¿Equador?, sí, esta patria potestad que viene Made in China porque quererte no cuesta, quererte se nace, se sueña, se te vive.
Si tantas manos te tocaron, lo difícil es quitarles sus huellas, si tantas bocas te hablaron, lo difícil es quitarles sus mordiscos, si tantos fuera sólo yo, no me despertaría ni a rabias, ni a ciegas, y me iría contigo. ¿Conmigo a dónde?, a Equador, ahí, al ombligo del mundo, cercana a tu sonrisa vertical, ahí, donde justamente nací...
...Ecuador qué terremoto nupcial que hay en ti. Hecho de patria india, rugido de cordillera. Mi patria duerme descalza a orillas del Pacífico...