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viernes, 15 de noviembre de 2013

...Los huesos y el café...

...Entre el tumulto, que queda después del mísero abandono de los cuerpos, queda el olor arrinconado en la esquina del cuarto del fondo, sobran las últimas prendas desvestidas añorando cuerpos calientes, faltan voces, se escuchan espantados los silencios, compartidos y alquilados.

Entre el bullicio de la ventana a medio cerrar se escuchan las voces de los invitados, los que están y los que sobran, los que dan el negro a la tarde gris tan gris que hasta al mismo sol, que sobrio y sin adornos, cobarde dormido se ha quedado.

Tu allí, buscando en los restos el resto del amor compartido, alquilado, lo que fuese, lo que fue y no fue, porque no quiso ser, medias tintas de un encuentro fugaz, sin papeles, sin retorno, sin vestiduras, sin marcas en la espalda, sin uñas, pero con dientes, con alientos entre/cortados por las voces, por los gritos enardecidos de un quizás nunca más probablemente, ajustados en los huesos.

Pesa la sábana y el hastío por no recordar, ni  intentarlo, talvés, la primera letra de aquel nombre, mucho menos el apellido suelto de soltera, pesa porque fue, allí mismo, donde firmaron la paz en plena guerra, pesa por que la ligereza de la sublime interacción no se ha de recordar, o sí, quizás, en un café, a media mañana, leyendo un libro que recuerde, cómo era, cómo fue, cómo habría sido, recordar lo que nunca había ¿sucedido?...

martes, 5 de noviembre de 2013

Soledad

...Soledad vive a las afueras de la Capital, trabaja en el centro de lunes a viernes, descansa los sábados y los domingos trabaja en un puestito cerca de su casa. Su humor es como el clima, uno nunca sabe cuando va a cambiar, su risa y su voz tienen un affaire con mis oídos, de lunes a viernes, de sábado a domingo.
Cada vez que sonríe, a Soledad se le hunden los pómulos dando principio a una sonrisa coqueta e impactante, su mirada antecede de forma precisa a su siguiente palabra, mirando fijamente, puede llegar a conocerte más de lo habitual.
Inteligente, linda, quizás los adjetivos no alcancen tanto como para definir a una persona, ni siquiera su nombre y su apellido alcanzan a definirla, creo que lo más importante para definir a una persona, es mirándola y escuchándola atentamente, así es como definí a Soledad, escuchándola atentamente.
Su cuerpo tallado a mano lleva, entre tatuajes y recuerdos, un perfume natural adherido a su piel. Sí, es como la comida de tu vieja, es lo más exquisito del mundo.
Siempre espera que la sorprendan, que la monotonía no juegue el rol principal, que el peón no termine con el rey sin haberlo dejado entre las cuerdas. Sorprender a Soledad conlleva un sin número de ideas, que mi cabeza está dispuesta a entre tejerlas, hasta que el cuerpo aguante.
Mi primer tatuaje, su acento, mi segunda palabra, su apellido. Sentado en aquel tren siempre recuerdo la primera vez, la primera vez que ella me besó, y cada vez que la beso, trato de impactarla, tanto como ella lo hizo conmigo aquella vez. Sospechó de mi nerviosismo al primer momento en que aturdí su mundo.

Si Soledad no fuera en soledad lo que los ajenos llaman "el mal necesario", nunca jamás andaría por la estación solamente, sola, en soledad, iría conmigo, solos, pero juntos a la par...

jueves, 21 de marzo de 2013

...Como si fuera ayer...

Ya fueron años de la partida repartida en pedazos, tu blusa por allí arrinconada en la escalera media hecha, tu pantalón Made in China desenvuelto con las medias y los interiores, ahí direccionando, equivocando el norte con tu sur.

Ya fueron meses de aquel beso en la mejilla, la cosquilla en la costilla encorvada de mis sesenta y tantos, el te frío más frío que tus manos a esas horas tempranas cuando amábamos y desamábamos hasta los huesos del vecino y la vecina carilinda y carishina.

Ya fueron días, horas y segundos desde que te clavaste como una estaca en mis recuerdos con tus fotos blanco y negro de la plaza, del metro, del corredor, del clavel que majadero te tocaba entre los pechos, de la curvatura lateral de tu cuerpo entre la cama.

Como si fuera ayer, ya fue ayer mismo cuando te descobijé los pies para sentir que me sentías, pero hasta ahí que ya no estabas, dejando la sábana a medio hacer, el te a medio calentar, mi piel a medio arrugar, ahí, como si fuera ayer, ayer mismo cuando te fuiste dejándome la llave para abrir la puerta, y cerrándome el corazón con puntadas de aguardiente. Y me preguntan y me abren la puerta y me inquietan las muchachas de enfrente de la plaza, solo que esta vez, ya no hay ni blanco y negro, ni balcón, ni carishina, esta vez, como si hubiese sido ayer, solo hay un te más frío que tus manos, que se enfría...

jueves, 14 de marzo de 2013

...La última ronda del Te...

-Estaba pensando- Dijo Alicia reposando su taza de te sobre la mesa maltrecha en la reunión de la mañana.
-Cambio de lugares!- Gritó sombrero para disuadir lo inevitable, y el grupo comenzó una ronda aleatoria, salvo Alicia, quien con actitud de no haber escuchado, se mantuvo férrea a su lugar, su pequeño lugar.
Luego de varios intentos, y ya al caer la tarde, una breve pausa permitió que el viento sea el mejor testigo, callaron todos, absolutamente todos, se redearon del silencio más fúnebre, ese que les recordaba la última batalla por el poder de las Maravillas, ese silencio, el mejor postor al que uno le dedica una ronda de azar muy de vez en cuando, sobre todo cuando sentís haber cometido la acción más grave sobre la faz de la tierra.
-Como había dicho horas antes, estuve pensando- continuó Alicia,
-Pensando qué, querida- Dijo Sombrero,
-Cada vez que me miro al espejo, siento que las horas corren demasiado pronto para mí, últimamente me he sentido mayor, confieso que de vez en cuando me sumerjo en la laguna hirviente al rededor de una hora, y al salir del profundo estado de shock, miro mis manos, y envejezco, lentamente, pero envejezco, quizás sea hora de ir al sur, y-
-No!- sentencia Sombrero. Todos, absolutamente todos, inclusive Alicia, posaron sus miradas hacia él, quizás en ese preciso instante no se dio cuenta de lo que había logrado, esa mirada profunda, el cambio de postura y sobre todo su sombrero, todo había cambiado, y sobre todo ese ¡NO! acompañado de un golpe en la mesa.
-Querida Alicia- Continuó un poco más calmado, -Aquí tienes todo lo que deseas, la simplicidad del quemimporta, la sabiduría de tu juventud, no debes pensar en ir al sur (sur, esa palabra que tanto costó a Sombrero pronunciar por tantos años, ahora ha vuelto a su vocabulario), allí habita un ser, al que no quisieras observar.
-¿El Espantapájaro?- Irrumpió Alicia, con un tono entre contenta e intrigada, -Escuché mucho sobre él, sé que vive al sur, sé que en los campos de maíz libra batallas ante los cuervos y los soldados de Madame Blanchard, sé...-
-Basta, querida Alicia, basta, esa historia ya la conozco-, sentenció la Liebre, quien bebiendo un sorbo de te, intentó tranquilizar los ánimos.
-Pero liebre- dijo Sombrero, -Sombrero, si ella desea ir, déjala ir, no intentes disuadirla- sostuvo liebre.
-Querida Alicia- Continuó liebre, -"Y correr tanto y tanto como si fuese a terminarse todo, y soñar tanto y tanto, como si fueses al sur. Al terminar el ocaso en la laguna hirviente y luego de creer en esa madurez insensata, la que nos obliga reaccionar, ve en dirección al sur y Bienvenida serás, Bienvenida Alicia al país del Espantapájaro", nuestra pequeña está creciendo, ya no nos pertenece, decidió quedarse aquí para aventurarse con nosotros, pero adulta es ahora y ha decidido ir, si en sus sueños esa frase se repite constantemente, deberá ir al País del Espantapájaro- Finalizó liebre, buscó su lugar, se sirvió más te, y se sentó.
-La última ronda del Te, cambien de lugares- Orden de Sombrero, casi ya sin voz, retirándose el sol, llegada la noche, será la última vez que Alicia participará del Te.


Alicia en el País del Espantapájaro


 

jueves, 7 de marzo de 2013

...Mayo...

Eran dos individuos rebuscados, rejuntados por la espuma de la orilla del pacífico norte, con piel idéntica, ojos caucásicos, cabello ligero, cuerpo, carne, sangre, savia, huesos y esos demases que cargamos con el tiempo.

Era ella una mujer esbelta, de las que uno nunca quisiera olvidarse, salvo que la memoria envejeciera o por más que cuesta arriba, en la lejanía de ese camino, se halle la mujer de la mujer de una amante insatisfecha sin marido, sin anillo y sin ganas de perder el tiempo.

Era el un hombre dramaturgo, inmoral, insensato, marido de una amante insatisfecha con anillo y sin ganas.

Y te quedaste sin gobernante, sin pueblo, sin miseria ni moneda, débil como ese dramaturgo que termina de repente entre las piernas de la india pidiéndole disculpas a dios, así te quedaste, con la sensación de contener a esa hambruna, con el breve detrimento de tus años. Y qué hora es le preguntaste mientras se apretujaba las botas casi resbalando en la porcelana.

Eran dos individuos que se encontraron aquel martes de aquel abril de aquel año, cada cual de regreso a su "welcome" para limpiarse las heridas con limón y manzanilla.

A eso de las seis, un día de mayo, se olvidaron mutuamente, por los siglos de los siglos.


Alicia en el País del Espantapájaro

martes, 5 de febrero de 2013

...El día menos pensado...

La conocí mejor que a nadie /me miraba diferente /sonreía con mi gracia diferente /
me besaba diferente como nunca nadie /pensaba en equilibrios diferentes sin bocetos o
estructuras de costumbres /me decía nunca es tarde para siempre de maneras diferentes.

En su cuerpo como nadie me ocultaba sus pendientes /y simplemente era un ser
terrestre con manías diferentes /me soñaba como nunca en el silencio /cada noche era
un encuentro diferente /fuimos muertos a la risa indiferente /con nuestros pretéritos
imperfectos medianamente absueltos /conversaba de manera diferente que sus palabras
me eran diferentes /y a pesar del todo siempre /la única que se despidió perfectamente
sin decir adiós /y es que ella me olvidó hasta de una manera diferente /que inclusive la
olvidé de manera diferente.

A la ella en singular /Al nada en particular /Contado para nadie /Dedicado
inclusive para nadie diferente.


Alicia en el País del Espantapájaro

miércoles, 8 de agosto de 2012

...Donde comienza tu cuerpo...

El sur, donde comienza tu cuerpo, me da la bienvenida a esta cruzada sin espadas, correré por tus piernas agitadas, trabajo gratuito del hombre conquistador, me iré deshaciendo del vértigo, el temblor y la mesura, llegando ansiado de sed hasta la ranura de tu vientre clásico, y con mi lengua agitaré tu capital.

Comenzaré recorriendo tus costillas hasta rozar tus pechos, cubriré de labios rotos aquél espacio que me antecede, y levemente, arribaré a tu boca, pacto sagrado de los amantes, y sentiré tu voz,galope de pegaso, y habré llegado donde acaba tu cuerpo.

Donde comienza tu cuerpo, donde solamente vos y yo, por amor al arte...