-Cambio de lugares!- Gritó sombrero para disuadir lo inevitable, y el grupo comenzó una ronda aleatoria, salvo Alicia, quien con actitud de no haber escuchado, se mantuvo férrea a su lugar, su pequeño lugar.
Luego de varios intentos, y ya al caer la tarde, una breve pausa permitió que el viento sea el mejor testigo, callaron todos, absolutamente todos, se redearon del silencio más fúnebre, ese que les recordaba la última batalla por el poder de las Maravillas, ese silencio, el mejor postor al que uno le dedica una ronda de azar muy de vez en cuando, sobre todo cuando sentís haber cometido la acción más grave sobre la faz de la tierra.
-Como había dicho horas antes, estuve pensando- continuó Alicia,
-Pensando qué, querida- Dijo Sombrero,
-Cada vez que me miro al espejo, siento que las horas corren demasiado pronto para mí, últimamente me he sentido mayor, confieso que de vez en cuando me sumerjo en la laguna hirviente al rededor de una hora, y al salir del profundo estado de shock, miro mis manos, y envejezco, lentamente, pero envejezco, quizás sea hora de ir al sur, y-
-No!- sentencia Sombrero. Todos, absolutamente todos, inclusive Alicia, posaron sus miradas hacia él, quizás en ese preciso instante no se dio cuenta de lo que había logrado, esa mirada profunda, el cambio de postura y sobre todo su sombrero, todo había cambiado, y sobre todo ese ¡NO! acompañado de un golpe en la mesa.
-Querida Alicia- Continuó un poco más calmado, -Aquí tienes todo lo que deseas, la simplicidad del quemimporta, la sabiduría de tu juventud, no debes pensar en ir al sur (sur, esa palabra que tanto costó a Sombrero pronunciar por tantos años, ahora ha vuelto a su vocabulario), allí habita un ser, al que no quisieras observar.
-¿El Espantapájaro?- Irrumpió Alicia, con un tono entre contenta e intrigada, -Escuché mucho sobre él, sé que vive al sur, sé que en los campos de maíz libra batallas ante los cuervos y los soldados de Madame Blanchard, sé...-
-Basta, querida Alicia, basta, esa historia ya la conozco-, sentenció la Liebre, quien bebiendo un sorbo de te, intentó tranquilizar los ánimos.
-Pero liebre- dijo Sombrero, -Sombrero, si ella desea ir, déjala ir, no intentes disuadirla- sostuvo liebre.
-Querida Alicia- Continuó liebre, -"Y correr tanto y tanto como si fuese a terminarse todo, y soñar tanto y tanto, como si fueses al sur. Al terminar el ocaso en la laguna hirviente y luego de creer en esa madurez insensata, la que nos obliga reaccionar, ve en dirección al sur y Bienvenida serás, Bienvenida Alicia al país del Espantapájaro", nuestra pequeña está creciendo, ya no nos pertenece, decidió quedarse aquí para aventurarse con nosotros, pero adulta es ahora y ha decidido ir, si en sus sueños esa frase se repite constantemente, deberá ir al País del Espantapájaro- Finalizó liebre, buscó su lugar, se sirvió más te, y se sentó.
-La última ronda del Te, cambien de lugares- Orden de Sombrero, casi ya sin voz, retirándose el sol, llegada la noche, será la última vez que Alicia participará del Te.
Alicia en el País del Espantapájaro
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