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martes, 5 de noviembre de 2013

Soledad

...Soledad vive a las afueras de la Capital, trabaja en el centro de lunes a viernes, descansa los sábados y los domingos trabaja en un puestito cerca de su casa. Su humor es como el clima, uno nunca sabe cuando va a cambiar, su risa y su voz tienen un affaire con mis oídos, de lunes a viernes, de sábado a domingo.
Cada vez que sonríe, a Soledad se le hunden los pómulos dando principio a una sonrisa coqueta e impactante, su mirada antecede de forma precisa a su siguiente palabra, mirando fijamente, puede llegar a conocerte más de lo habitual.
Inteligente, linda, quizás los adjetivos no alcancen tanto como para definir a una persona, ni siquiera su nombre y su apellido alcanzan a definirla, creo que lo más importante para definir a una persona, es mirándola y escuchándola atentamente, así es como definí a Soledad, escuchándola atentamente.
Su cuerpo tallado a mano lleva, entre tatuajes y recuerdos, un perfume natural adherido a su piel. Sí, es como la comida de tu vieja, es lo más exquisito del mundo.
Siempre espera que la sorprendan, que la monotonía no juegue el rol principal, que el peón no termine con el rey sin haberlo dejado entre las cuerdas. Sorprender a Soledad conlleva un sin número de ideas, que mi cabeza está dispuesta a entre tejerlas, hasta que el cuerpo aguante.
Mi primer tatuaje, su acento, mi segunda palabra, su apellido. Sentado en aquel tren siempre recuerdo la primera vez, la primera vez que ella me besó, y cada vez que la beso, trato de impactarla, tanto como ella lo hizo conmigo aquella vez. Sospechó de mi nerviosismo al primer momento en que aturdí su mundo.

Si Soledad no fuera en soledad lo que los ajenos llaman "el mal necesario", nunca jamás andaría por la estación solamente, sola, en soledad, iría conmigo, solos, pero juntos a la par...

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