El recuerdo impávido, porstrado en sus bancas, viejas como la ciudad añeja
Y la luna, espía inédito, de una noche sin ausencias.
Entre el vino y tus cabellos, se dibujaban las siluetas
Noche a noche, verso a verso, puse precio a su presencia.
Esperando que el perfume, de aquel injusto invierno,
Vuelva a mi, sin pedírselo de nuevo.
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