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miércoles, 14 de julio de 2010

...El despertar Equivocado...

Un sonido distinto remueve tus sentidos, el televisor encendido que apenas suena en un canal de habla inglesa, las ventanas del lado que nunca fueron, aquellas manos que calientan tu cuerpo no son las tuyas, pertenecen al cálido cuerpo de una anfitriona anónima de pies a cabeza, que susurra tu nombre, que respira contigo...

El olor a café destrona tus desayunos de vino y cigarro al medio día, la puerta entreabierta, tu despedida.

De repente te encuentras en una sala de espera desesperada que a gritos pide que la recuerdes, en aquél pasillo te espera un Déjà vu que deja en jaque a tu memoria, y luego de haber ido en contracorriente, te encuentras con aquél ascensor en el séptimo piso de la torre más alta que te recuerda a tu planta baja sin escalera a la nada, sin diamantes colgados del cielo.

Con el cabello húmedo, con olor a todo menos a tu perfume nocturno, con el corazón que anda en lo suyo, tus ojos atentos a la espera de algún inquilino inquieto y el saludo fraterno del portero canoso, como si te conociera de siempre, dejas frente a tu espalda la última puerta de cristal de aquél laberinto, y el brillo entrometido de un sol veraniego opaca tu mirada.

Levantando la mirada hacia la nada, abres la puerta del primer taxi que espera frente a ti, y le respondes a aquella voz que no es tuya frente al retrovisor: "Doble en la esquina, nos vamos a casa, ¡Hasta pronto, callejón sin salida!"


"Pecados para Dos"

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