No hay nada mejor que el amor en la escalera,
Los besos tras bambalinas,
Los peces en la pecera.
No hay nada peor que el peor con punto y coma,
Los perdones remendados,
Sus labios sin mi boca.
No hay nada entre el debe y la venida
En haberes y placeres,
El sabor de despedida.
No hay nada entre los nuestros y contiguos
Los sueños de los sueños,
Las coronas que sueñan con reyes, los reyes que se acuestan sin ellas,
El ajedrez que brinda el jaque mate de sus medias.
Hay pecados que no relaté por besar en la boca
Hay besos que perdí por no querer querer de nuevo
Y hay otros que recibí sin querer antes del mismo tiempo.
No hay nada peor que la rutina de invitada
El amor sin apetito
El sueño en camas separadas.
Todavía le debo el baile a un tango de tacones altos y falda corta.
Todavía despierto tan solo con mi ello, mi yo y mi súper yo,
Pero sólo de cualquier manera.
Y por más que sume de menos
Y nunca tenga un puto cero en el intento
Aún no he cobrado el último pago de aquellos besos de barrio,
Aún se puede decir de mí, lo que nunca se ha contado.
Lo bien que puedo en disimulo
Me ha salvado el mismísimo pellejo.
domingo, 26 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
...Instrucciones para saltar por la Ventana...
El agradecimiento a quienes intervinieron en ésta memorable discusión, en éstas instrucciones para saltar por la ventana:
Andrea (As Ph)
Luis Felipe Pesántez
Carlos Coronel Laberinto
Juan Medina (Espantapájaro LiteratoS)
Considérese como sugerencia, al saltar por la ventana, siendo apresurada o lenta la huida, aventurero y aventurera, ésta conversación que llegó de la mera implicancia de una acción.
Andrea (As Ph)
Luis Felipe Pesántez
Carlos Coronel Laberinto
Juan Medina (Espantapájaro LiteratoS)
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Considérese como sugerencia, al saltar por la ventana, siendo apresurada o lenta la huida, aventurero y aventurera, ésta conversación que llegó de la mera implicancia de una acción.
Juan Medina: La costumbre de saltar por la ventana
As Ph: Grave, Lacanianamente hablando... Bueno, creo que en cualquier término siempre resultará grave...
Juan Medina: "...Labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios..." Según Sabina también resulta grave a veces, aunque el gusto no debería perderse, no?
As Ph: El gusto nunca debe perderse, sobretodo cuando de mentiras, juicios y muertes se trata; o más bien de "labios que sacan de quicio", aquellos que encierran esas mentiras, esos juicios y esas muertes que una disfruta tanto...
Luis Felipe Pesántez: Aclárame algo Juan, ¿el problema al saltar por la ventana es lo incómodo y casi eterno del desplazamiento, o la ineludible certeza del aterrizaje?
Juan Medina: Realmente la gravedad o el problema al saltar por la ventana no es la ineludible certeza del aterrizaje, es más, me atrevería a decir que casi siempre no es un aterrizaje perfecto, el problema es lo incómodo del desplazamiento, sobre todo cuando estás en movimiento, y eso es inconcebible sin tiempo, así como la inmovilización previa al despegue...
Luis Felipe Pesántez: La inmovilización pre-despegue se la achaco a 2 causas: la relatividad (dependencia del marco de referencia: ¿la ventana viene hacia mí o yo hacia la ventana?), y por supuesto la terrible idea que puede creársela a uno por la cabeza: ¿está la ventana abierta o cerrada?... De ahí es claro que el aterrizaje no debe ser problema ya que es axiomático, de seguro vas a aterrizar, con mayor o menor gracia... Lo incómodo del desplazamiento dependerá en si la ventana estuvo abierta o cerrada.
Juan Medina: Si la ventana viene hacia mi, estoy huyendo, si yo voy a la ventana, es una leve despedida, el marco pre-despegue también depende de la situación por la cual se acude a la ventana. Si la ventana está cerrada el tiempo que se pierde entre ir de un lado inmóvil a otro (la ventana valga la redundancia) es perdido, si la ventana está abierta no hay duda, la gravedad hará el resto (aunque el aterrizaje fuese forzoso). La cuestión puede darse en si alguna vez se debería probar por la salida de no-emergencia: la puerta, no?
Carlos Coronel Laberinto: Habría que tener en cuenta el tipo de esmalte, pintura, lacado, etc. de la ventana, no es lo mismo saltar desde una ventana de aluminio que si esta es de madera (la de madera siempre es más cálida, por poner un ejemplo). Por no decir el color, es necesario tenerlo en cuenta, no es lo mismo saltar desde o por una ventana de color azul marino que amarillo canario (esta última canta un poco). Otro aspecto importante, ¿que se ha quedado dentro de la ventana una vez he saltado?
As Ph: Y bueno señores, permítanme decir que cuando esto de saltar por la ventana es una costumbre, es necesario considerar, además, el vínculo que se viene trazando entre aquel que salta y aquella ventana, no por algo el acto se vuelve reiterativo, porque entonces el acto de escapar no sería único y exclusivo de una ventana, sino también de la ya mencionada puerta, o por qué no, de un espejo...
Carlos Coronel Laberinto: Lo de la ventana, es un tema complejo, el tema de la puerta no da tanto juego a mi entender, ya que quedaría eliminado el "factor salto" con el riesgo y aventura que ello implica, pero donde ya si que se complica el tema es "EL ESPEJO" nos tendríamos que remitir al que nombraste, a Jacques Lacan el podría aclararnos el tema del espejo ya que es a partir de que uno se reconoce ante el espejo que puede empezar a desplazarse (estoy simplificando)...
Luis Felipe Pesántez: Bueno nos estamos adentrando peligrosamente en apreciaciones personales (tomando en cuenta el número de participantes), por ese lado debo decir que me abstendré de comentar sobre los espejos, ya que como Borges dijo, estos son abominables ya que multiplican el número de gente... Las ventanas siempre dispuestas a recibir un aventurero saltador tal vez únicamente los podrán reducir.
Juan Medina: Qué apreciaciones, innumerables connotaciones de una abstracción que lleva de la mano (para quién salta) el riesgo de entender. El hecho en sí es poner en cuestión que quien salta, salta y lo hace sin pensarlo, aunque me sujetaría al hecho de saber de qué tipo está hecha la ventana y la altura que se tenga en cuenta, no diré tampoco cómo se debe saltar: si apoyar un pie sobre ella o tan sólo brincar, solo me detendré a preguntar: el individuo, (con expectativas racionales, para "economizar" el salto) puede pensar en todo esto al saltar, en lo abstracto del salto, o sólo piensa en caer, digamos, desde un tercer piso, vivo.?
As Ph: Más allá de una preferencia teórica a Lacan, insisto en los espejos; y ya estando en términos psicoanalíticos puedo ser sincera y confesar que en tanto los espejos y psicosis, son de mis predilectas frente a las ventanas y las neurosis... Ahora, refiriéndome a términos menos insitantes, los espejos siempre esconderán ese "mundo de maravillas" que no las ventanas, sobre todo si están cerradas, pues la vista tras un cristal aveces puede resultar confuso... me quedo con la magia en todo caso, de las psicosis y los mundos escondidos (también para entrar en ellos puede ser preciso un salto) ;)
Juan Medina: Yo también me quedo con la magia y el riesgo previo al salto :)
Luis Felipe Pesántez: Propongo entonces conjurar los parámetros necesarios para que el salto a través de la ventana sea satisfactorio para el intrépido (o psicótico) buscador de aventuras... ¿Acaso una gótica ventana de arco de medio punto? ¿una tradicional ventana batiente de madera? ¿un salto estóico y sin mayor despliegue de habilidades? ¿acaso una maravillosa pirueta: tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante? y por supuesto ¿1 metro o cuarenta pisos?
Juan Medina: Una ventana tradicional batiente de madera, un salto estóico, y un metro de altura, al menos para mí eso sería lo necesario en el caso de que la aventura haya alcanzado su punto de inflexión, caso contrario sugiero el tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante, y por supuesto terminar haciendo la venia, aplaudido por el ambiente, digamos, la lluvia torrencial.
As Ph: Pero el sujeto en cuestión, el acróbata y aventurero necesariamente tendrá que ser un intrépido neurótico por más adornos que le queramos dar a la ventana, pero si, concuerdo en las características de la ventana, a menos que queramos darle un tinte más trágico a la escena, en ese caso bordearíamos la histeria, que para este punto resultaría inoportuna...
Luis Felipe Pesántez: Me adjunto a la petición de la lluvia, pero una tan espesa que sólo consiga amortiguar el vuelo del intrépido neurótico... Así el público, tan ajeno a la belleza de su decisión, no lo confunda con suicida.
Juan Medina: Entonces, a saltar por la ventana, valientes avetureros y aventureras.
Primer apartado de "Renga"
As Ph: Grave, Lacanianamente hablando... Bueno, creo que en cualquier término siempre resultará grave...
Juan Medina: "...Labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios..." Según Sabina también resulta grave a veces, aunque el gusto no debería perderse, no?
As Ph: El gusto nunca debe perderse, sobretodo cuando de mentiras, juicios y muertes se trata; o más bien de "labios que sacan de quicio", aquellos que encierran esas mentiras, esos juicios y esas muertes que una disfruta tanto...
Luis Felipe Pesántez: Aclárame algo Juan, ¿el problema al saltar por la ventana es lo incómodo y casi eterno del desplazamiento, o la ineludible certeza del aterrizaje?
Juan Medina: Realmente la gravedad o el problema al saltar por la ventana no es la ineludible certeza del aterrizaje, es más, me atrevería a decir que casi siempre no es un aterrizaje perfecto, el problema es lo incómodo del desplazamiento, sobre todo cuando estás en movimiento, y eso es inconcebible sin tiempo, así como la inmovilización previa al despegue...
Luis Felipe Pesántez: La inmovilización pre-despegue se la achaco a 2 causas: la relatividad (dependencia del marco de referencia: ¿la ventana viene hacia mí o yo hacia la ventana?), y por supuesto la terrible idea que puede creársela a uno por la cabeza: ¿está la ventana abierta o cerrada?... De ahí es claro que el aterrizaje no debe ser problema ya que es axiomático, de seguro vas a aterrizar, con mayor o menor gracia... Lo incómodo del desplazamiento dependerá en si la ventana estuvo abierta o cerrada.
Juan Medina: Si la ventana viene hacia mi, estoy huyendo, si yo voy a la ventana, es una leve despedida, el marco pre-despegue también depende de la situación por la cual se acude a la ventana. Si la ventana está cerrada el tiempo que se pierde entre ir de un lado inmóvil a otro (la ventana valga la redundancia) es perdido, si la ventana está abierta no hay duda, la gravedad hará el resto (aunque el aterrizaje fuese forzoso). La cuestión puede darse en si alguna vez se debería probar por la salida de no-emergencia: la puerta, no?
Carlos Coronel Laberinto: Habría que tener en cuenta el tipo de esmalte, pintura, lacado, etc. de la ventana, no es lo mismo saltar desde una ventana de aluminio que si esta es de madera (la de madera siempre es más cálida, por poner un ejemplo). Por no decir el color, es necesario tenerlo en cuenta, no es lo mismo saltar desde o por una ventana de color azul marino que amarillo canario (esta última canta un poco). Otro aspecto importante, ¿que se ha quedado dentro de la ventana una vez he saltado?
As Ph: Y bueno señores, permítanme decir que cuando esto de saltar por la ventana es una costumbre, es necesario considerar, además, el vínculo que se viene trazando entre aquel que salta y aquella ventana, no por algo el acto se vuelve reiterativo, porque entonces el acto de escapar no sería único y exclusivo de una ventana, sino también de la ya mencionada puerta, o por qué no, de un espejo...
Carlos Coronel Laberinto: Lo de la ventana, es un tema complejo, el tema de la puerta no da tanto juego a mi entender, ya que quedaría eliminado el "factor salto" con el riesgo y aventura que ello implica, pero donde ya si que se complica el tema es "EL ESPEJO" nos tendríamos que remitir al que nombraste, a Jacques Lacan el podría aclararnos el tema del espejo ya que es a partir de que uno se reconoce ante el espejo que puede empezar a desplazarse (estoy simplificando)...
Luis Felipe Pesántez: Bueno nos estamos adentrando peligrosamente en apreciaciones personales (tomando en cuenta el número de participantes), por ese lado debo decir que me abstendré de comentar sobre los espejos, ya que como Borges dijo, estos son abominables ya que multiplican el número de gente... Las ventanas siempre dispuestas a recibir un aventurero saltador tal vez únicamente los podrán reducir.
Juan Medina: Qué apreciaciones, innumerables connotaciones de una abstracción que lleva de la mano (para quién salta) el riesgo de entender. El hecho en sí es poner en cuestión que quien salta, salta y lo hace sin pensarlo, aunque me sujetaría al hecho de saber de qué tipo está hecha la ventana y la altura que se tenga en cuenta, no diré tampoco cómo se debe saltar: si apoyar un pie sobre ella o tan sólo brincar, solo me detendré a preguntar: el individuo, (con expectativas racionales, para "economizar" el salto) puede pensar en todo esto al saltar, en lo abstracto del salto, o sólo piensa en caer, digamos, desde un tercer piso, vivo.?
As Ph: Más allá de una preferencia teórica a Lacan, insisto en los espejos; y ya estando en términos psicoanalíticos puedo ser sincera y confesar que en tanto los espejos y psicosis, son de mis predilectas frente a las ventanas y las neurosis... Ahora, refiriéndome a términos menos insitantes, los espejos siempre esconderán ese "mundo de maravillas" que no las ventanas, sobre todo si están cerradas, pues la vista tras un cristal aveces puede resultar confuso... me quedo con la magia en todo caso, de las psicosis y los mundos escondidos (también para entrar en ellos puede ser preciso un salto) ;)
Juan Medina: Yo también me quedo con la magia y el riesgo previo al salto :)
Luis Felipe Pesántez: Propongo entonces conjurar los parámetros necesarios para que el salto a través de la ventana sea satisfactorio para el intrépido (o psicótico) buscador de aventuras... ¿Acaso una gótica ventana de arco de medio punto? ¿una tradicional ventana batiente de madera? ¿un salto estóico y sin mayor despliegue de habilidades? ¿acaso una maravillosa pirueta: tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante? y por supuesto ¿1 metro o cuarenta pisos?
Juan Medina: Una ventana tradicional batiente de madera, un salto estóico, y un metro de altura, al menos para mí eso sería lo necesario en el caso de que la aventura haya alcanzado su punto de inflexión, caso contrario sugiero el tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante, y por supuesto terminar haciendo la venia, aplaudido por el ambiente, digamos, la lluvia torrencial.
As Ph: Pero el sujeto en cuestión, el acróbata y aventurero necesariamente tendrá que ser un intrépido neurótico por más adornos que le queramos dar a la ventana, pero si, concuerdo en las características de la ventana, a menos que queramos darle un tinte más trágico a la escena, en ese caso bordearíamos la histeria, que para este punto resultaría inoportuna...
Luis Felipe Pesántez: Me adjunto a la petición de la lluvia, pero una tan espesa que sólo consiga amortiguar el vuelo del intrépido neurótico... Así el público, tan ajeno a la belleza de su decisión, no lo confunda con suicida.
Juan Medina: Entonces, a saltar por la ventana, valientes avetureros y aventureras.
Primer apartado de "Renga"
viernes, 17 de septiembre de 2010
...Entre otras Cosas...
Una cuerda de locos de atar, una sombra del nunca jamás, un verbo sin ganas de hartar, esos besos que no están demás.
Un andar Sabinero, un zaguán de cordero, la vista dilatada y unos labios ebrios de aquellos besos on the rocks.
Una cuenta pendiente de quien se fue sin pagar, esos labios perdidos por no saber amar, deshilvanando las costuras de lo que nunca está demás, un "yo no quise" y de vuelta a tu andar.
Unos cuántos por cientos, unos menos y más, los quizases de nunca olvidar.
Un andar Sabinero, un zaguán de cordero, la vista dilatada y unos labios ebrios de aquellos besos on the rocks.
Una soledad compartida, exclusivamente entre dos, la marea, el mareo.
Una cuenta pendiente de quien se fue sin pagar, esos labios perdidos por no saber amar, deshilvanando las costuras de lo que nunca está demás, un "yo no quise" y de vuelta a tu andar.
Un tácito encuentro, prematuro al momento, pero encuentro al final.
Entre otras cosas que pasan, pasamos los tantos desqueriéndonos, y volviéndonos a olvidar.
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