Entre el tumulto, que queda después del mísero abandono de los cuerpos, queda el olor arrinconado en la esquina del cuarto del fondo, sobran las últimas prendas desvestidas añorando cuerpos calientes, faltan voces, se escuchan espantados los silencios, compartidos y alquilados.
Entre el bullicio de la ventana a medio cerrar se escuchan las voces de los invitados, los que están y los que sobran, los que dan el negro a la tarde gris tan gris que hasta al mismo sol, que sobrio y sin adornos, cobarde dormido se ha quedado.
Tu allí, buscando en los restos el resto del amor compartido, alquilado en el mismísimo cuarto moderno... Yo afuera, con las piedritas en los bolsillos por saber se de una buena vez, me ves.
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