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jueves, 21 de marzo de 2013

...Como si fuera ayer...

Ya fueron años de la partida repartida en pedazos, tu blusa por allí arrinconada en la escalera media hecha, tu pantalón Made in China desenvuelto con las medias y los interiores, ahí direccionando, equivocando el norte con tu sur.

Ya fueron meses de aquel beso en la mejilla, la cosquilla en la costilla encorvada de mis sesenta y tantos, el te frío más frío que tus manos a esas horas tempranas cuando amábamos y desamábamos hasta los huesos del vecino y la vecina carilinda y carishina.

Ya fueron días, horas y segundos desde que te clavaste como una estaca en mis recuerdos con tus fotos blanco y negro de la plaza, del metro, del corredor, del clavel que majadero te tocaba entre los pechos, de la curvatura lateral de tu cuerpo entre la cama.

Como si fuera ayer, ya fue ayer mismo cuando te descobijé los pies para sentir que me sentías, pero hasta ahí que ya no estabas, dejando la sábana a medio hacer, el te a medio calentar, mi piel a medio arrugar, ahí, como si fuera ayer, ayer mismo cuando te fuiste dejándome la llave para abrir la puerta, y cerrándome el corazón con puntadas de aguardiente. Y me preguntan y me abren la puerta y me inquietan las muchachas de enfrente de la plaza, solo que esta vez, ya no hay ni blanco y negro, ni balcón, ni carishina, esta vez, como si hubiese sido ayer, solo hay un te más frío que tus manos, que se enfría...

jueves, 14 de marzo de 2013

...La última ronda del Te...

-Estaba pensando- Dijo Alicia reposando su taza de te sobre la mesa maltrecha en la reunión de la mañana.
-Cambio de lugares!- Gritó sombrero para disuadir lo inevitable, y el grupo comenzó una ronda aleatoria, salvo Alicia, quien con actitud de no haber escuchado, se mantuvo férrea a su lugar, su pequeño lugar.
Luego de varios intentos, y ya al caer la tarde, una breve pausa permitió que el viento sea el mejor testigo, callaron todos, absolutamente todos, se redearon del silencio más fúnebre, ese que les recordaba la última batalla por el poder de las Maravillas, ese silencio, el mejor postor al que uno le dedica una ronda de azar muy de vez en cuando, sobre todo cuando sentís haber cometido la acción más grave sobre la faz de la tierra.
-Como había dicho horas antes, estuve pensando- continuó Alicia,
-Pensando qué, querida- Dijo Sombrero,
-Cada vez que me miro al espejo, siento que las horas corren demasiado pronto para mí, últimamente me he sentido mayor, confieso que de vez en cuando me sumerjo en la laguna hirviente al rededor de una hora, y al salir del profundo estado de shock, miro mis manos, y envejezco, lentamente, pero envejezco, quizás sea hora de ir al sur, y-
-No!- sentencia Sombrero. Todos, absolutamente todos, inclusive Alicia, posaron sus miradas hacia él, quizás en ese preciso instante no se dio cuenta de lo que había logrado, esa mirada profunda, el cambio de postura y sobre todo su sombrero, todo había cambiado, y sobre todo ese ¡NO! acompañado de un golpe en la mesa.
-Querida Alicia- Continuó un poco más calmado, -Aquí tienes todo lo que deseas, la simplicidad del quemimporta, la sabiduría de tu juventud, no debes pensar en ir al sur (sur, esa palabra que tanto costó a Sombrero pronunciar por tantos años, ahora ha vuelto a su vocabulario), allí habita un ser, al que no quisieras observar.
-¿El Espantapájaro?- Irrumpió Alicia, con un tono entre contenta e intrigada, -Escuché mucho sobre él, sé que vive al sur, sé que en los campos de maíz libra batallas ante los cuervos y los soldados de Madame Blanchard, sé...-
-Basta, querida Alicia, basta, esa historia ya la conozco-, sentenció la Liebre, quien bebiendo un sorbo de te, intentó tranquilizar los ánimos.
-Pero liebre- dijo Sombrero, -Sombrero, si ella desea ir, déjala ir, no intentes disuadirla- sostuvo liebre.
-Querida Alicia- Continuó liebre, -"Y correr tanto y tanto como si fuese a terminarse todo, y soñar tanto y tanto, como si fueses al sur. Al terminar el ocaso en la laguna hirviente y luego de creer en esa madurez insensata, la que nos obliga reaccionar, ve en dirección al sur y Bienvenida serás, Bienvenida Alicia al país del Espantapájaro", nuestra pequeña está creciendo, ya no nos pertenece, decidió quedarse aquí para aventurarse con nosotros, pero adulta es ahora y ha decidido ir, si en sus sueños esa frase se repite constantemente, deberá ir al País del Espantapájaro- Finalizó liebre, buscó su lugar, se sirvió más te, y se sentó.
-La última ronda del Te, cambien de lugares- Orden de Sombrero, casi ya sin voz, retirándose el sol, llegada la noche, será la última vez que Alicia participará del Te.


Alicia en el País del Espantapájaro


 

jueves, 7 de marzo de 2013

...Mayo...

Eran dos individuos rebuscados, rejuntados por la espuma de la orilla del pacífico norte, con piel idéntica, ojos caucásicos, cabello ligero, cuerpo, carne, sangre, savia, huesos y esos demases que cargamos con el tiempo.

Era ella una mujer esbelta, de las que uno nunca quisiera olvidarse, salvo que la memoria envejeciera o por más que cuesta arriba, en la lejanía de ese camino, se halle la mujer de la mujer de una amante insatisfecha sin marido, sin anillo y sin ganas de perder el tiempo.

Era el un hombre dramaturgo, inmoral, insensato, marido de una amante insatisfecha con anillo y sin ganas.

Y te quedaste sin gobernante, sin pueblo, sin miseria ni moneda, débil como ese dramaturgo que termina de repente entre las piernas de la india pidiéndole disculpas a dios, así te quedaste, con la sensación de contener a esa hambruna, con el breve detrimento de tus años. Y qué hora es le preguntaste mientras se apretujaba las botas casi resbalando en la porcelana.

Eran dos individuos que se encontraron aquel martes de aquel abril de aquel año, cada cual de regreso a su "welcome" para limpiarse las heridas con limón y manzanilla.

A eso de las seis, un día de mayo, se olvidaron mutuamente, por los siglos de los siglos.


Alicia en el País del Espantapájaro