LA DESPEDIDA
Resulta que a mediados de los años, y en medio de mi exilio, quise sintetizar todo en algo especial, y conocí a la mujer del abandono, una de aquellas que resulta simple amar.
Como no estábamos de acuerdo en todo, o concordábamos con casi nada, decidimos amarnos en blanco y negro, sí, en blanco y negro, como un juego de ajedrez sin resultado perfecto, es decir, sin Jaque...mate.
Fuimos una suerte de apetito en medio de nuestra voraz hambruna, fue ella el cuerpo que yo tallé a mano cada media noche, y a la media tarde lo revolvía con la simplicidad del blanco y la astucia de lo negro.
Yo fui de ella la marioneta de su eco, y ella para mí fue la primera piedra de mi pecado animal, algo que en verano nunca resultó propicio.
Dónde están los restos de tus huesos, esa perfecta incoherencia entre la mitad mas uno de la costura de tu piel y los por menores abusos de mi vocablo? Los dejé colgados a las afueras para que sequen su ansiedad, y se largaron dejándome la puerta abierta.
Y así, de pronto, los colores tuvieron color, la despedida no fue un adiós, quizás fuimos un par de cuadrados con resultado negativo, pero al fin y al cabo un amor en blanco y negro.
Y quise escribirle una opereta, buscarla, sin embargo ya era muy tarde, y afuera llovía. Yo también me voy antes que se me haga más tarde, para así quedarnos tablas en la cama, en el ajedrez y en la ventana.
Como no estábamos de acuerdo en todo, o concordábamos con casi nada, decidimos amarnos en blanco y negro, sí, en blanco y negro, como un juego de ajedrez sin resultado perfecto, es decir, sin Jaque...mate.
Fuimos una suerte de apetito en medio de nuestra voraz hambruna, fue ella el cuerpo que yo tallé a mano cada media noche, y a la media tarde lo revolvía con la simplicidad del blanco y la astucia de lo negro.
Yo fui de ella la marioneta de su eco, y ella para mí fue la primera piedra de mi pecado animal, algo que en verano nunca resultó propicio.
Dónde están los restos de tus huesos, esa perfecta incoherencia entre la mitad mas uno de la costura de tu piel y los por menores abusos de mi vocablo? Los dejé colgados a las afueras para que sequen su ansiedad, y se largaron dejándome la puerta abierta.
Y así, de pronto, los colores tuvieron color, la despedida no fue un adiós, quizás fuimos un par de cuadrados con resultado negativo, pero al fin y al cabo un amor en blanco y negro.
Y quise escribirle una opereta, buscarla, sin embargo ya era muy tarde, y afuera llovía. Yo también me voy antes que se me haga más tarde, para así quedarnos tablas en la cama, en el ajedrez y en la ventana.
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