TERCER CRECIENTE
Cuando se derrumbe la última pestaña del atardecer, el sol dejará de ser, será solamente un recuerdo, la Luna tendrá horas extras para enamorarse, y el espía podría prometer... Que lo haría realidad ...
Basta con explicar que la manera no fue tan sutil, y que evaporizó al sol, en un polvo de estrellas, guardándolo en su talega, y dirigió su rumbo hacia el este.
Ella habría sentido la desaparición del imponente astro?, quizás no, era su momento, el dibujar de sus manos frecuentaba la sensación de encontrarlo, probablemente incomodarlo con sus manías, pero cristalizar el hecho de sentirse una entre millares de estrellas, y dejarse ser en su lecho, en el hecho, sin juzgar a sus pecados, ni husmear en sus pasados.
De pronto, y ya sin pensar si fuese madrugada, en la cima del monte Erdna, el caudal del río comenzó su abismal incremento, y ella buscó refugio entre los restos de impotentes columnas que antes fueron soporte de la mística sombra de adoración a Luna, y el murmullo de él asistió a arrebatarla en su mirada.
No existiría sutilidad, tan solo la fragilidad de mirarla, el respiro agitado de sentirla tan cerca.
Y rodeando su menguante llena ha prometido desearla y quererla hasta la siguiente madrugada, pues aún no esperaría por ella. Y robará del resto del rocío, el agua que ha bebido, para hacer de su silueta, un aguacero sin dueño.
Y ella habrá de quererlo sin mencionar por los siglos de los siglos, hasta que dure la noche. Y comentará entre sus pupilas la sonrisa del pecado, danzará con el espía, y olvidará su pasado ...
Basta con explicar que la manera no fue tan sutil, y que evaporizó al sol, en un polvo de estrellas, guardándolo en su talega, y dirigió su rumbo hacia el este.
Ella habría sentido la desaparición del imponente astro?, quizás no, era su momento, el dibujar de sus manos frecuentaba la sensación de encontrarlo, probablemente incomodarlo con sus manías, pero cristalizar el hecho de sentirse una entre millares de estrellas, y dejarse ser en su lecho, en el hecho, sin juzgar a sus pecados, ni husmear en sus pasados.
De pronto, y ya sin pensar si fuese madrugada, en la cima del monte Erdna, el caudal del río comenzó su abismal incremento, y ella buscó refugio entre los restos de impotentes columnas que antes fueron soporte de la mística sombra de adoración a Luna, y el murmullo de él asistió a arrebatarla en su mirada.
No existiría sutilidad, tan solo la fragilidad de mirarla, el respiro agitado de sentirla tan cerca.
Y rodeando su menguante llena ha prometido desearla y quererla hasta la siguiente madrugada, pues aún no esperaría por ella. Y robará del resto del rocío, el agua que ha bebido, para hacer de su silueta, un aguacero sin dueño.
Y ella habrá de quererlo sin mencionar por los siglos de los siglos, hasta que dure la noche. Y comentará entre sus pupilas la sonrisa del pecado, danzará con el espía, y olvidará su pasado ...
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Y el espantapájaro, que todo lo mira, usurpó del espía las cenizas del sol, solamente sintió aquel poder de quebrar sus cuerdas y sostener sus cenizas... Y decidió, en aquella combustión, como si el sol quisiera apoderarse de el, jugar a no pisar las espinas, sobre las cual camina, y empezó a sentir ese brote agitante en sus manos.
Espiando aquel fuego que aquellas cenizas podrían lograr, sintiose mimetizar sus pequeños adeptos a los de el, volviendo en polvo a lo que vino, en polvo se convertirá.
Su sonrisa reflejó un sentimiento, antes de desvanecer todo su cuerpo en conjunto con el viento, un sentimiento de dejar su irrupción litearia y sentir aquél momento como si sus piernas fuesen hojas secas.
Si en algún quizás, la madrugada renaciera... Sobre la espesa nube que cubre el encuentro de la hija de la luna, la silueta literal del espantapájaro, susurra en silencio, y con el choque del viento... Se desvanecería ...
Espiando aquel fuego que aquellas cenizas podrían lograr, sintiose mimetizar sus pequeños adeptos a los de el, volviendo en polvo a lo que vino, en polvo se convertirá.
Su sonrisa reflejó un sentimiento, antes de desvanecer todo su cuerpo en conjunto con el viento, un sentimiento de dejar su irrupción litearia y sentir aquél momento como si sus piernas fuesen hojas secas.
Si en algún quizás, la madrugada renaciera... Sobre la espesa nube que cubre el encuentro de la hija de la luna, la silueta literal del espantapájaro, susurra en silencio, y con el choque del viento... Se desvanecería ...
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