Un día mas que soborna lo cotidiano, ¿he bebido tanto? El sol, como siempre invitado no deseado, traspasa las rendijas de las ventanas, y toma asiento a mi lado, bebe un sorbo de mi trago, y, ¡ah! ¡Cómo aborrezco las mañanas!, nunca nada es nuevo.
Pues, me admito el desprestigio que pesa en mi cabeza, ¡cantinero, sírvame en este destierro, otro vino viejo, para admitir que es verdad lo que siento! Pero, ¿quién es usted?, nunca la había visto por el pueblo, sepa disculparme, no fui muy caballero, ¡cantinero, otra copa para la señorita, yo invito! Perdón, ¿no bebe?, ah, quizás se equivocó de lugar ¡Madame!
No debería faltarle el respeto, pero tiemblo, no creo que sea cierto, es un ángel que se divorció de algún malestar sin apellido clásico, y que por razones que no comprendo fue desterrada al paraíso terrenal de este mundo en bruto, y ahora provoca mi hambruna, considera mis sueños un hecho real en visita previa próxima al experimento, y que de tal motivo, me habría devuelto el aliento.
espejismo en carne trémula
Nuevamente, ángel de la guarda (si se me es permitido aplicarle un adjetivo), ¿acaso un noble caballero solamente puede corresponder a su mirada interrogante?, ¿por qué no puede ser este mortal, que la admire y le tema al mismo tiempo?, ¿es posible que el exceso me desespere las venas?
Y si es un ángel que amerita el sabor y el disfrute, ¿puede también aceptar la temeridad con que mis ojos se extravían en su cien al menos doscientas veces?
No me juego a la discusión, prefiero las charlas de café, pero quizás no sea este un juego entre el juicio y el valor de mi razón, que bien sabríamos ambos, terminan tablas en el ajedrez. Otórgueme la imperante necedad de no responderle, puede que usted regrese al cielo y quizás mas nunca la vea por el circo del subsuelo, pues no, prefiero acreditarme ese temor en silencio, y no responder al porqué de las preguntas de sus labios, pequeña ángel sin infierno.
Perdóneme, le he puesto mucha soda a este vino, y no es que quiera desmerecer su efusivo intento al preguntarme porqué le temo, pero es mejor que se descubra de a poco, el cien por ciento no es casi tan cierto, delíreme con el gusto de mirarle a los ojos, como si no pasara nada. Pero es que en el fondo, y en el punto aparte, las razones no se cuentan.
Salud por su mirada, la lluvia anticipada, y la charla en el subsuelo que ahora solemos visitar, y por cierto, es el brindis que le debo, por hacerme sonrojar.
Demasiado lindo!! simplemente.. demasiado increible!!! escribes hermoso nunca dejes de hacerlo!!
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