ITATI
(PARTE SEGUNDA)
He repetido este discurso tantas veces que hasta me olvido lo que intenta ser, quizás deba admitirlo, es una excusa para decirte lo que siento, talvez no sepa el cómo, o quizás estoy tan equivocada, pero este espejo donde me miro no me disgusta, mis ojos miran distinto.
Concuerdo con mi mandrágora, a veces no debería sujetarme a las ilusiones, ellas me robaron todo lo que tengo, menos mis alas, que si no fuese por ellas nunca te hubiese conocido.
Fue hace exactamente seis semanas cuando te vi por primera vez, conocí tu nombre por error. Esa mañana me desperté para poder ir a las sierras junto con AnA y CirE para recolectar lo que nos faltaba para darle el origen a los colores, y me encontré con algo particular en el camino, me gusta sorprenderme.
Unas cuerdas sostenían una marioneta pálida y triste, sus ojos me confundían con los cuatro jinetes, sabes a lo que me refiero, agua, tierra, fuego y aire, y sobre esas cuerdas unas maderas entrecruzadas que decían “Popet”. En ese instante despertaste, me miraste dubitativamente y yo sonreí, hace tanto que no sabía lo que causaba una sonrisa, corté tus cuerdas, escuché mi nombre, y desaparecí.
No comprendo el porqué es tan difícil para mi mirarte, tu mirada me inquieta, se que tus palabras me son sordas, no puedo sino tan solo observar hacia el norte para poder mirarte sentado en las rocas con tus hojas llenas de escritos, como si quisieras comunicarte con alguien.
Este bosque merece por lo que hemos trabajado tanto y deseo con ansiedad el día de la fogata, y sabes, tengo terror de ese día, tengo miedo de que el Fuego Fatuo no desee adoptar algún color en particular y que termine silenciando nuestro bosque.
A veces le doy la respuesta a mi cobardía, pero siento que no es eso, es algo más, por como me miras todos dirían que estás enamorado de mí. Yo también quiero estar enamorada de ti.
Esto es lo que quiero regalarte, mi caja de Pandora, pero espero no te asuste, todos debemos tener una, y el día de la fogata te la prendaré en el corazón.
Me siento tan útil al ayudar a todos aquí, los duendes han esperado tanto, desean correr y debatir con los árboles sobre qué color debería tener el cielo, la luna y el sol, los habitantes que llegan del nunca jamás vendrán entusiasmados, y las Lamias darán un espectáculo con su música esperando a que Tam-Tam inicie la fogata y que toda la fantasía se una a nuestros cuerpos para poder sonreír hasta en la oscuridad del fondo del río donde habita Leviatán. Estoy segura que el estará feliz también.
Ese día dejaré los espejos que me rodean, le diré a mandrágora que juegue con mi cobardía y mi voz será tan fuerte que, inclusive, despertará a Morfeo. Tus ojos serán naranjas, tu piel tendrá la apariencia del roble, café pasivo, tu traje será negro y blanco, y yo estaré frente a ti, con el corazón tan rojo, como nunca lo he tenido.
Te contaré el secreto de mis sueños, AnA me dijo que nuestros nombres nos traerán toda la suerte, se que dentro de ti lo sabes, y ese día los deseos se harán realidad, y mis alas te invitarán a volar, sobre este paraíso tan terrenal y real, como tu y yo.
Concuerdo con mi mandrágora, a veces no debería sujetarme a las ilusiones, ellas me robaron todo lo que tengo, menos mis alas, que si no fuese por ellas nunca te hubiese conocido.
Fue hace exactamente seis semanas cuando te vi por primera vez, conocí tu nombre por error. Esa mañana me desperté para poder ir a las sierras junto con AnA y CirE para recolectar lo que nos faltaba para darle el origen a los colores, y me encontré con algo particular en el camino, me gusta sorprenderme.
Unas cuerdas sostenían una marioneta pálida y triste, sus ojos me confundían con los cuatro jinetes, sabes a lo que me refiero, agua, tierra, fuego y aire, y sobre esas cuerdas unas maderas entrecruzadas que decían “Popet”. En ese instante despertaste, me miraste dubitativamente y yo sonreí, hace tanto que no sabía lo que causaba una sonrisa, corté tus cuerdas, escuché mi nombre, y desaparecí.
No comprendo el porqué es tan difícil para mi mirarte, tu mirada me inquieta, se que tus palabras me son sordas, no puedo sino tan solo observar hacia el norte para poder mirarte sentado en las rocas con tus hojas llenas de escritos, como si quisieras comunicarte con alguien.
Este bosque merece por lo que hemos trabajado tanto y deseo con ansiedad el día de la fogata, y sabes, tengo terror de ese día, tengo miedo de que el Fuego Fatuo no desee adoptar algún color en particular y que termine silenciando nuestro bosque.
A veces le doy la respuesta a mi cobardía, pero siento que no es eso, es algo más, por como me miras todos dirían que estás enamorado de mí. Yo también quiero estar enamorada de ti.
Esto es lo que quiero regalarte, mi caja de Pandora, pero espero no te asuste, todos debemos tener una, y el día de la fogata te la prendaré en el corazón.
Me siento tan útil al ayudar a todos aquí, los duendes han esperado tanto, desean correr y debatir con los árboles sobre qué color debería tener el cielo, la luna y el sol, los habitantes que llegan del nunca jamás vendrán entusiasmados, y las Lamias darán un espectáculo con su música esperando a que Tam-Tam inicie la fogata y que toda la fantasía se una a nuestros cuerpos para poder sonreír hasta en la oscuridad del fondo del río donde habita Leviatán. Estoy segura que el estará feliz también.
Ese día dejaré los espejos que me rodean, le diré a mandrágora que juegue con mi cobardía y mi voz será tan fuerte que, inclusive, despertará a Morfeo. Tus ojos serán naranjas, tu piel tendrá la apariencia del roble, café pasivo, tu traje será negro y blanco, y yo estaré frente a ti, con el corazón tan rojo, como nunca lo he tenido.
Te contaré el secreto de mis sueños, AnA me dijo que nuestros nombres nos traerán toda la suerte, se que dentro de ti lo sabes, y ese día los deseos se harán realidad, y mis alas te invitarán a volar, sobre este paraíso tan terrenal y real, como tu y yo.
"Discurso número Cuarenta y nueve. Con cariño, ItatI"
Quince de Febrero del Dos Mil Diez
"De mis Obras incompLetas"
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