Bienvenidos a mis sueños…
El reloj pinta de cal su arena, ya es muy tarde, los sueños redoblan la apuesta.
Sentado en el mismo lugar, interrogado por las razones de estar ahí, sin necesitar nuestra presencia. Fueron cayendo de a poco varios espectros, pasados, recientes, futuros, chocando con el suelo, elevando la arena de esta tierra. Son de color gris transparente, algunos llevan máscaras, otros se muestran como son.
Encerrado en aquella habitación, sentado en esa silla de madera acabada que lleva varios siglos contemplando víctimas de los mismos, esperando la sentencia.
Cada uno se fue haciendo de los sentidos que me sobran por contar, van indagando de a poco, preguntando varias veces porqué no existen en el mundo real, comentando a voces insurgentes las respuestas que les brindo, más nunca se quedan a gusto.
Los pasados fueron los primeros, contaron anécdotas sobre las ciudades que visité, sobre los amores que desgasté, hablando en idiomas más antiguos que estas tierras, algunos con serios disgustos, otros con aciertos criterios. Invadieron la sala como cientos de miles de ellos, llenos de angustias y risas, trazaron dos líneas alrededor de esta silla, formaron un círculo, tomaron mi forma y despertaron.
Entre los presentes del presente pude reconocer a algunos, el resto mantenía su antifaz con la sonrisa intacta, como si desearan desgarrar lo que queda de aquellas paredes con sus manos envueltas de seda. Comenzaron jugando a los dados, pusieron sobre la mesa un par de tréboles, tres exactamente, algunas fotos recientes, los ecos de voces de urgentes, algunas desconocidas. Cada uno iba detallando su necesidad, se volcaban sobre las paredes y el suelo, pero nunca tocaban aquella luz intermitente que mis ojos soportaban, me observaron por varios segundos, terminaron de jugar a los dados, tomaron formas presentes, despertaron.
Los últimos fueron simplemente indecisos, no sabían por donde comenzar, llevaban la silla siempre para el mismo lugar, hacia delante, el dolor fue insoportable, para bien o para mal, para normal, tocaban melodías con alas de ángeles caídos con los restos de los antifaces de los presentes, burlaban una y otra vez mis respuestas, pero siempre llevaron la silla al mismo lugar, hacia delante. Confesaron la brevedad que los apura, respiraron varias veces al mismo tiempo hasta que terminó su melodía. Tomaron formas nuevas, despertaron.
El aliento comenzó a desgastarme, mis ojos parpadeaban lentamente, mis manos atadas con lazos hirientes, el gusto a cal y arena en mis palabras, mis oídos se cansaron de escuchar. Las luces se apagaron.
"Despierta una vez más. Bienvenido a tus sueños."
Abrí los ojos, el reloj sentenciaba la misma hora, la habitación reconociblemente aturdida tenía todo en su lugar, desperté una vez mas, reconozco todo lo que hay y lo que vendrá, siento que no escapé del mismo lugar, están ahí, entraron en la realidad, o talvez nunca salí de sus sueños, la sombra de estos llegaron para despertarme.
El café de las seis sigue estando a las seis menos diez, la lluvia sigue opacando sus lágrimas, las voces se endulzan con la primera creciente y el último resplandor, pero algo cambió.
Soñando dormido, estando despierto… Pensándome mientras me esperan en el último vagón del tren, sobre la misma terminal, deseosos de estrenar algún cuerpo para visitar, alguna habitación, o encontrar el sueño faltante por interrogar, donde una vez más estarán sin agotar la paciencia, bsucando en el mismo lugar, creyéndome estar en la realidad.
"De mis Obras incompLetas"
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