Este epistolario entre sábanas austeras, esta soledad que no pretende enamorar.
Estas manzanas de Eva que no saben pecar, las costillas de Adán que no saben contar, los clichés de revistas, los cualquiera, conquiera, contigo y conmigo, los amantes de cristo, los cristales rellenos de amenes.
Estos años de cuenta cuentos de moralejas, los deja, los quita y dame de la estrechez de tu pelo largo, estos amores caros con Whiskys baratos, para los años están los años, para mí sus sombras y mis sombreros.
Entre las bocas que me he olvidado andan tus labios, anda tu nombre de un nomeacuerdo, de un nosecuánto, un nosecuando, y siempre y cuando este está bien de tu andar andante rumbo a mi abecedario, andaré de anónimo al sin mi de tus contigos.
Y el sobrante de la extensa cama que llena un cuerpo invertido al mío, que de su sombra miran mis ojos, y cuando fuese con su carne y entre sus huesos, vino otra y vino otra, y nuevamente invertidos ambos, nos hablamos del amor de las terceras personas.
Solamente brindaré, brevemente, por este primer año:
A quienes soportaron mis ideas y rasgaron la memoria. A los cutirimícuaros, los minotauros, las princesas, las derrotas y las venganzas. A las lectoras y los lectores del mundo entero. Al mundo entero de lectoras y lectores. Al apasionado elixir del fundamento literario. A la luna llena, sus cuartos y sus menguantes.
Que un año, no es para tanto...
Gracias por seguir, por leer y re leer, condenar y discutir... Por sobrevivir...
República de Mujer, sobre el tratado de tu cuerpo a mi piel haz limitar, quebrántame a tus leyes y bajo tus justas otórgame impunidad, y al desterrarme sobre tus anchas caderas de mar hirviente, déjame nacionalizar mi identidad...
Y entre tus entres resaltaré, con ferviente calor como una hojarasca abultada de recuerdos maldibujados sobre tu mapa de Venus,:
"en el norte tus labios, en los entresures tus piernas, en las mitades de tu mundo tu sexo, al oriente y occidente tus huesos. Y hasta el mismo dios que al verte, hasta cuernos le han salido"
Horas más tarde, moridos, destierro cuerpo a tierra, bosquejos de aromas, descocidos nuevamente con las mismas manos... Y sobre nosotros? bien, gracias.
Entre huesos resquebrajados y tu ísima piel sensible al tacto ajeno está tu nombre, qué bien te queda el amor entre comillas. Tu tierra, mi límite militante en la escalera, es de esas aventuras malamente llamadas conquistas, firme, fértil, hirviente caldera.
Como cualquiera descubro los malos hábitos de tu boca, como ninguno rasgo la seda de tus veinte y tantos de experiencia. Gota a gota, consumido entre adjetivos, antónimos y anónimos, mi carne en tu desvergüenza se anda muriendo.
Malavida, malablada, malayerba, malasangre, y yo que me quedo contigo por tus buenos modales.
Tenía la ligera costumbre, cuando de mis situaciones le comentaba, de brindarme un té a medio hervir y explicarme los porqueses de todas mis interrogantes. Como cuando perdí mi sombra...
SombrA
Habían pasado varios días desde que la pareja de ancianos, Torcuato y Clara Bric, se había mudado al vecindario, digamos unas cuántas semanas. "Tal vez sea temporal" - se lo comenté a mamá a la mañana siguiente, a lo que ella, con su sonrisa indescriptible, me envió con una bandeja de galletas horneadas para darles una ligera y apuesta bienvenida. Claro está, me las comí todas antes de llegar a su timbre y tan solo los saludé cordialmente y me escabullí sobre el viejo pasto crecido de la entrada de su casa. Solía visitar al viejo Torcuato cada tarde después de mis aburridas clases de francés en el centro, y mientras él me relataba todo sobre las batallas libradas por su pelotón en varias guerras, una de ellas que incluía a galaxias sorprendentes, Clara miraba atentamente fotografías viejas de él y de ella. Torcuato me detallaba cada cosa de tal forma que yo pudiese entender, y aunque a veces lo reprochaba por dentro ¡Caramba, tengo ya trece años, soy mayor! y mis ojos me delataran, lo escuchaba atentamente, como si esas palabras me fuesen a servir cuando a la noche me dedicase a soñar y asustar a los fantasmas que habitaban bajo mi cama. Mis sueños, bueno, mis sueños son ligeramente algo extraños, jamás se los comenté a nadie pues, al ser sueños, nunca existieron, o más que no existir, creo que a nadie le serviría si a la mañana siguiente aparezco vestido de hombre invisible debido a mi falta de costumbre entre la realidad y la de ellos(mis sueños, válida redundancia); En resumen, mis sueños eran míos y tan solamente míos, soñaba con cumplirlos aunque soñar que soñaba a cumplirlos me demande más tiempo del que gastaba entre el té de media tarde y el cuento de mamá antes de partir. Sucede que una mañana de otoño, cuando regresaba de mi afrancesamiento de hora y media, decidí detenerme y relajarme en la plaza central. Cerré los ojos, sucedió, quería estar tan solo que al despertar mi sombra desapareció, tomé mi bicicleta del pasto y arremetí mi viaje, la mirada dubitativa y el sonido de la ciudad ensordecía mi mente con preguntas, ¿habrán sido los fantasmas debajo de mi cama?, ¿es una broma? y tantas otras, millares, que poco me importaba el camino, solo necesitaba una respuesta, una verdad. Mi pálido rostro sorprendió a Clara cuando llamé a su puerta, ella sabía, sabía que algo me faltaba y sin embargo me dejó pasar y me llevó hacia donde estaba Torcuato. "No, no quiero, mi sombra se ha ido, dígame a dónde se ha ido, por favor" - se lo repetía cada instante. "Relájate muchacho, sírvete un poco de té, te contaré porqué se fue... El resto, lo harás tu solo" - sentenció.
"Nunca eres tan mayor como para saberlo todo, ¡caramba, ya estoy viejo!, o tan inocente como para no sorprenderte dos veces, o tres. La gente como nosotros, los soñadores incansables que buscamos sobre el pasto, sobre todo lado, tratamos de encontrar un lugar en dónde quedarnos, a dónde volver, como si deseáramos marcar un territorio que mal mente se puede decir que ya fue conquistado por otro, o por otros, no interesa si es uno o muchos, siempre somos un conjunto de cosas, por ende, jamás estamos solos. Cuando cerraste los ojos y pronunciaste a soledad, como si fuese un ritual de sabios ancianos de costumbres y mañas épicas e inigualables, quisiste estar solo enserio, lo que me sorprende es que tu cuerpo no te haya abandonado también, somos tan solo materia en medio de resquebrajados huesos y carne sensible al tacto ajeno, y tu sombra, compañera inseparable del vis a vis de tu vida y de tus momentos más ajenos, se estampó contra este mundo, ella es nada más que el reflejo infinitesimal de tu proyección contra algo, digamos que el sol y las materias fuesen cómplices de aquello, es tu movimiento, el único de tu cuerpo que no puedes controlar ya que no sabes, a qué hora exactamente se encuentra, si delante de ti, si a tu lado y vaya a saber si a cien metros de distancia. Ella es tu cómplice, es tu mejor cómplice, es ella, tu sombra. Al estamparse en el mundo se volvió alguien real, y por ser ella, apuesto que es una bella mujer. Pero, no te apresures al salir a buscarla, ni tampoco esperes olvidarte de ella, tampoco menciones al tiempo, verborragia de los humanos para aglutinar de tardanzas al mundo, no cuentes con el, no te alcanzarán los dedos, no le creas por un buen tiempo. Volverá y será de nuevo quien fue, y te olvidarás que se fue. No volverá y la esperarás hasta envejecer y ella se olvidará de que la estuviste esperando. Se hace tarde, es hora de que vayas a casa, no dejes que los fantasmas que habitan bajo tu cama le declaren un estado de sitio a tu sombra, si es que ella ha vuelto ya".
No fue necesario agradecerle, caminé por su casa un tanto solo, y me detuve en aquellas fotos que Clara miraba la primera vez que los conocí. Tan solo estaba Torcuato y su sombra. Desperté...
Vaya despedida, para ausentarme por un tiempo largo de estos escritos y de las tintas que se acaban, qué mejor que el Sabinero de todos los Sabinas, Joaquín Sabina....
...Un despedido sin contrato, hasta un nuevo asalto sin mano armada ni tinta roja. Hoy me tomo algo que nunca ha sido mío, como los besos de alquiler compartido, como los cruces de la estación de Retiro. Como para decir que éstos cuentos hechos y maltrechos, por hoy "cerrados por derribo"...
Espantapájaro LiteratoS
"...Este bálsamo no cura cicatrices, esta rumbita no sabe enamorar, este rosario de cuentas infelices calla más de lo que dice pero dice la verdad. Este almacén de sábanas que no arden, este teléfono sin contestador, la llamaré mañana, hoy se me hizo tarde, esta forma tan cobarde de no decirnos que no. Este contigo, este sin ti tan amargo, este reloj de arena del arenal, esta huelga de besos, este letargo, estos pantalones largos para el viejo Peter Pan. Esta cómoda sin braguitas de Zara, el tour del Soho desde un rojo autobús, estos ojos que no miden ni comparan ni se olvidan de tu cara ni se acuerdan de tu cruz. No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo. Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir “condios” a los dos nos sobran los motivos. Esta paya tan lejos de su gitano, este penal del Puerto sin vis a vis, esta guerra civil, este mano a mano, estos moros y cristianos, este muro de Berlín. Este virus que no muere ni nos mata, esta amnesia en el cielo del paladar, la limusina del polvo por Manhattan, el invierno en Mar del Plata, los versos del Capitán. Este hacerse mayor sin delicadeza, esta espalda mojada de moscatel, este valle de fábricas de tristeza, esta espuma de certeza, esta colmena sin miel. Este borrón de sangre y de tinta china, este baño sin rimmel ni nembutal, estos huesos que vuelven de la oficina, dentro de una gabardina con manchas de soledad. No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo. Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo, para decir “condios” a los dos nos sobran los motivos..."
No hay nada mejor que el amor en la escalera, Los besos tras bambalinas, Los peces en la pecera.
No hay nada peor que el peor con punto y coma, Los perdones remendados, Sus labios sin mi boca.
No hay nada entre el debe y la venida En haberes y placeres, El sabor de despedida.
No hay nada entre los nuestros y contiguos Los sueños de los sueños, Las coronas que sueñan con reyes, los reyes que se acuestan sin ellas, El ajedrez que brinda el jaque mate de sus medias.
Hay pecados que no relaté por besar en la boca Hay besos que perdí por no querer querer de nuevo Y hay otros que recibí sin querer antes del mismo tiempo.
No hay nada peor que la rutina de invitada El amor sin apetito El sueño en camas separadas.
Todavía le debo el baile a un tango de tacones altos y falda corta. Todavía despierto tan solo con mi ello, mi yo y mi súper yo, Pero sólo de cualquier manera.
Y por más que sume de menos Y nunca tenga un puto cero en el intento Aún no he cobrado el último pago de aquellos besos de barrio, Aún se puede decir de mí, lo que nunca se ha contado.
Lo bien que puedo en disimulo Me ha salvado el mismísimo pellejo.
El agradecimiento a quienes intervinieron en ésta memorable discusión, en éstas instrucciones para saltar por la ventana:
Andrea (As Ph) Luis Felipe Pesántez Carlos Coronel Laberinto Juan Medina (Espantapájaro LiteratoS)
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Considérese como sugerencia, al saltar por la ventana, siendo apresurada o lenta la huida, aventurero y aventurera, ésta conversación que llegó de la mera implicancia de una acción.
Juan Medina: La costumbre de saltar por la ventana
As Ph: Grave, Lacanianamente hablando... Bueno, creo que en cualquier término siempre resultará grave...
Juan Medina: "...Labios que sacan de quicio, mentiras que ganan juicios..." Según Sabina también resulta grave a veces, aunque el gusto no debería perderse, no?
As Ph: El gusto nunca debe perderse, sobretodo cuando de mentiras, juicios y muertes se trata; o más bien de "labios que sacan de quicio", aquellos que encierran esas mentiras, esos juicios y esas muertes que una disfruta tanto...
Luis Felipe Pesántez: Aclárame algo Juan, ¿el problema al saltar por la ventana es lo incómodo y casi eterno del desplazamiento, o la ineludible certeza del aterrizaje?
Juan Medina: Realmente la gravedad o el problema al saltar por la ventana no es la ineludible certeza del aterrizaje, es más, me atrevería a decir que casi siempre no es un aterrizaje perfecto, el problema es lo incómodo del desplazamiento, sobre todo cuando estás en movimiento, y eso es inconcebible sin tiempo, así como la inmovilización previa al despegue...
Luis Felipe Pesántez: La inmovilización pre-despegue se la achaco a 2 causas: la relatividad (dependencia del marco de referencia: ¿la ventana viene hacia mí o yo hacia la ventana?), y por supuesto la terrible idea que puede creársela a uno por la cabeza: ¿está la ventana abierta o cerrada?... De ahí es claro que el aterrizaje no debe ser problema ya que es axiomático, de seguro vas a aterrizar, con mayor o menor gracia... Lo incómodo del desplazamiento dependerá en si la ventana estuvo abierta o cerrada.
Juan Medina: Si la ventana viene hacia mi, estoy huyendo, si yo voy a la ventana, es una leve despedida, el marco pre-despegue también depende de la situación por la cual se acude a la ventana. Si la ventana está cerrada el tiempo que se pierde entre ir de un lado inmóvil a otro (la ventana valga la redundancia) es perdido, si la ventana está abierta no hay duda, la gravedad hará el resto (aunque el aterrizaje fuese forzoso). La cuestión puede darse en si alguna vez se debería probar por la salida de no-emergencia: la puerta, no?
Carlos Coronel Laberinto: Habría que tener en cuenta el tipo de esmalte, pintura, lacado, etc. de la ventana, no es lo mismo saltar desde una ventana de aluminio que si esta es de madera (la de madera siempre es más cálida, por poner un ejemplo). Por no decir el color, es necesario tenerlo en cuenta, no es lo mismo saltar desde o por una ventana de color azul marino que amarillo canario (esta última canta un poco). Otro aspecto importante, ¿que se ha quedado dentro de la ventana una vez he saltado?
As Ph: Y bueno señores, permítanme decir que cuando esto de saltar por la ventana es una costumbre, es necesario considerar, además, el vínculo que se viene trazando entre aquel que salta y aquella ventana, no por algo el acto se vuelve reiterativo, porque entonces el acto de escapar no sería único y exclusivo de una ventana, sino también de la ya mencionada puerta, o por qué no, de un espejo...
Carlos Coronel Laberinto: Lo de la ventana, es un tema complejo, el tema de la puerta no da tanto juego a mi entender, ya que quedaría eliminado el "factor salto" con el riesgo y aventura que ello implica, pero donde ya si que se complica el tema es "EL ESPEJO" nos tendríamos que remitir al que nombraste, a Jacques Lacan el podría aclararnos el tema del espejo ya que es a partir de que uno se reconoce ante el espejo que puede empezar a desplazarse (estoy simplificando)...
Luis Felipe Pesántez: Bueno nos estamos adentrando peligrosamente en apreciaciones personales (tomando en cuenta el número de participantes), por ese lado debo decir que me abstendré de comentar sobre los espejos, ya que como Borges dijo, estos son abominables ya que multiplican el número de gente... Las ventanas siempre dispuestas a recibir un aventurero saltador tal vez únicamente los podrán reducir.
Juan Medina: Qué apreciaciones, innumerables connotaciones de una abstracción que lleva de la mano (para quién salta) el riesgo de entender. El hecho en sí es poner en cuestión que quien salta, salta y lo hace sin pensarlo, aunque me sujetaría al hecho de saber de qué tipo está hecha la ventana y la altura que se tenga en cuenta, no diré tampoco cómo se debe saltar: si apoyar un pie sobre ella o tan sólo brincar, solo me detendré a preguntar: el individuo, (con expectativas racionales, para "economizar" el salto) puede pensar en todo esto al saltar, en lo abstracto del salto, o sólo piensa en caer, digamos, desde un tercer piso, vivo.?
As Ph: Más allá de una preferencia teórica a Lacan, insisto en los espejos; y ya estando en términos psicoanalíticos puedo ser sincera y confesar que en tanto los espejos y psicosis, son de mis predilectas frente a las ventanas y las neurosis... Ahora, refiriéndome a términos menos insitantes, los espejos siempre esconderán ese "mundo de maravillas" que no las ventanas, sobre todo si están cerradas, pues la vista tras un cristal aveces puede resultar confuso... me quedo con la magia en todo caso, de las psicosis y los mundos escondidos (también para entrar en ellos puede ser preciso un salto) ;)
Juan Medina: Yo también me quedo con la magia y el riesgo previo al salto :)
Luis Felipe Pesántez: Propongo entonces conjurar los parámetros necesarios para que el salto a través de la ventana sea satisfactorio para el intrépido (o psicótico) buscador de aventuras... ¿Acaso una gótica ventana de arco de medio punto? ¿una tradicional ventana batiente de madera? ¿un salto estóico y sin mayor despliegue de habilidades? ¿acaso una maravillosa pirueta: tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante? y por supuesto ¿1 metro o cuarenta pisos?
Juan Medina: Una ventana tradicional batiente de madera, un salto estóico, y un metro de altura, al menos para mí eso sería lo necesario en el caso de que la aventura haya alcanzado su punto de inflexión, caso contrario sugiero el tirabuzón seguido de 2 giros hacia adelante, y por supuesto terminar haciendo la venia, aplaudido por el ambiente, digamos, la lluvia torrencial.
As Ph: Pero el sujeto en cuestión, el acróbata y aventurero necesariamente tendrá que ser un intrépido neurótico por más adornos que le queramos dar a la ventana, pero si, concuerdo en las características de la ventana, a menos que queramos darle un tinte más trágico a la escena, en ese caso bordearíamos la histeria, que para este punto resultaría inoportuna...
Luis Felipe Pesántez: Me adjunto a la petición de la lluvia, pero una tan espesa que sólo consiga amortiguar el vuelo del intrépido neurótico... Así el público, tan ajeno a la belleza de su decisión, no lo confunda con suicida.
Juan Medina: Entonces, a saltar por la ventana, valientes avetureros y aventureras.
Una cuerda de locos de atar, una sombra del nunca jamás, un verbo sin ganas de hartar, esos besos que no están demás.
Unos cuántos por cientos, unos menos y más, los quizases de nunca olvidar.
Un andar Sabinero, un zaguán de cordero, la vista dilatada y unos labios ebrios de aquellos besos on the rocks.
Una soledad compartida, exclusivamente entre dos, la marea, el mareo.
Una cuenta pendiente de quien se fue sin pagar, esos labios perdidos por no saber amar, deshilvanando las costuras de lo que nunca está demás, un "yo no quise" y de vuelta a tu andar.
Un tácito encuentro, prematuro al momento, pero encuentro al final.
Entre otras cosas que pasan, pasamos los tantos desqueriéndonos, y volviéndonos a olvidar.
La Derrota de Victoria(Parte última- La noche de los Miserables)
Venganza, venganza reclaman aquellos primeros, los segundos, los penúltimos, los últimos, yo.
No pretendo perder el paso, la magia y la alegría se derrumbó, nos han tildado de injusta desgracia, desterraron nuestras ansias de conquista, esquivaron las palabras, dejándonos en el límite de una venganza, de hambre, mas no de gloria.
Somos los Miserables, el sol ha descansado, la Luna tomó su lugar preciso, la lluvia acompaña el galope de campaña.
Llegamos al límite de las Edades, la luz de la alcoba de Victoria titila a gusto de provocación. Los primeros, los segundos, los penúltimos, los últimos y yo, hemos tomado posesión y posición delntro del castillo, derribamos puertas, el olor de mujer dirige nuestra causa hacia la torre más alta, el aroma nos inspira venganza, ya no somos seres humanos.
Victoria, sentada esperando con su cuerpo desnudo a flor de piel, su perfecta mirada, manos sobre las cartas y varios recuerdos de sus hazañas, de nuestras derrotas. De pie se ha puesto, desnuda frente a todos nosotros, unos cuantos más y unos cuantos menos.
Caníbales!, que hasta desdentados hemos quedado, que su sangre corre en nuestros labios, en nuestra precisa aberración a la perfección. Y tan abusos hemos sido que su mirada intacta se ha quedado, ahora nunca sabremos, si de victoria o de derrota nos hemos alimentado.
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No tengo culpa desde el encierro en esta pálida habitación llena de blancos colores que no dicen nada ni acerca de mí, la duda que acecha mi memoria desde aquella vez es saber si ella nos esperaba, si al perecer en cuerpo su mirada intacta nos desgarró todo, nos quitó el gusto de una victoria, justo cuando habíamos ganado.
Resulta que mi nombre no es adecuado para comenzar, mas si el lugar y la situación. Sucede a veces que recuerdas lo que haz vivido, hace ya muchos y muchos años.
Viví cerca de lo que hoy es Luxemburgo, fui el vigésimo sexto Arlequín de un Rey mal trecho por el tiempo, por la edad, por vaya uno a saber qué, pero siempre mal trecho.
Como era costumbre en el pueblo de Damís, los hijos de quienes accedían a la corona casi siempre eran aguerridos príncipes que vigilaban y degustaban destellar sus espadas ante dragones y brujos, con la intención de salvar damiselas, claro, eso sí, eran historias tan increíblemente creíbles, que ninguno se atrevía a preguntar si éstos existían. ¡Yo nunca vi uno!.
Cerca del límite de las Edades, existía el mito de Victoria, una princesa mal amada y viviente en su desgracia, que dejaba en ridículo a cada príncipe que quisiese rescatarla, su ego de mujer tan grande era que se atrevió a descarnar al brujo que la encerró en tal morada, sólo por el hecho de que a ella le parecía incorrecto y de mal gusto.
El mito, cada vez más grande, tomaba realidad, la decepción de "los miserables" había llegado a mi puerta. Visité el límite de las Edades, conocí a Victoria, fui rechazado, fui un miserable más.
Mañana cuando el sol se haya cansado y la Luna se haya vestido de amante perfecta, la noche de los miserables habrá comenzado.
Por tanto, es todo lo que recuerdo de este recuerdo vivido, encarnado ante mi propia presencia en esta habitación, en esta memoria, en éstos rasgos.
Resulta que a mediados de los años, y en medio de mi exilio, quise sintetizar todo en algo especial, y conocí a la mujer del abandono, una de aquellas que resulta simple amar.
Como no estábamos de acuerdo en todo, o concordábamos con casi nada, decidimos amarnos en blanco y negro, sí, en blanco y negro, como un juego de ajedrez sin resultado perfecto, es decir, sin Jaque...mate.
Fuimos una suerte de apetito en medio de nuestra voraz hambruna, fue ella el cuerpo que yo tallé a mano cada media noche, y a la media tarde lo revolvía con la simplicidad del blanco y la astucia de lo negro.
Yo fui de ella la marioneta de su eco, y ella para mí fue la primera piedra de mi pecado animal, algo que en verano nunca resultó propicio.
Dónde están los restos de tus huesos, esa perfecta incoherencia entre la mitad mas uno de la costura de tu piel y los por menores abusos de mi vocablo? Los dejé colgados a las afueras para que sequen su ansiedad, y se largaron dejándome la puerta abierta.
Y así, de pronto, los colores tuvieron color, la despedida no fue un adiós, quizás fuimos un par de cuadrados con resultado negativo, pero al fin y al cabo un amor en blanco y negro.
Y quise escribirle una opereta, buscarla, sin embargo ya era muy tarde, y afuera llovía. Yo también me voy antes que se me haga más tarde, para así quedarnos tablas en la cama, en el ajedrez y en la ventana.
No es que me haya cansado, pero me costaba creer en absolutamente algo, y me había saturado de tantas "había una vez" y "vivieron muy felices". Quise de modo cordial conmigo mismo separarme, y me perdí siendo vecino.
Es creíble que pueda creer en lo increíble, es más, y no mucho menos, dejé mi cuerpo para verme cómo me mira el resto. Sin ir más lejos de la esquina de la siguiente cuadra no encontré mejor excusa que presentarme a mi mismo. Después de tan creíble acierto nunca nos volvimos a ver.
Varios años después derramé tintas en vano conquistando de a poco a mis perversas traiciones, regresé a mi pueblo para mirarme de nuevo y me sorprendió debajo de mi puerta una invitación al funeral del nombre de quien yo había sido años atrás.
Pero el hecho de que él se muriera (yo mismo) antes que yo (él mismo) no significa que yo esté muerto, si he sido el primero en visitarme en desentierro, y en dejar los espejos por supuesto, y le he escrito a su mujer con esta tinta, y ella me ha traicionado conmigo sin darse cuenta. La voz se me seca y de a poco a ella se le va mi pena.
Y como había una vez, esta vez, por única vez, no miré entre espejos el rostro ajeno que no me pertenece, ni miré a los ojos de la amada que robé en el funeral de mi cuerpo a tierra. Y para colmo nunca supe quién de los dos era mas viejo.
Es como un juego de ajedrez, el peón sólo debe ir para adelante y atacar en diagonal con la misión más tétrica de doble filo: matar y defender al rey; Así es tu soledad Verónica, sentada frente a la ventana que te vio crecer, con el llanto en el manto de tu piel, y por encima de tu cuerpo tallado a mano respira el leve sentimiento de "no saber distinguir el amor de cualquier sentimiento".
En los pequeños círculos que comparten tus despertares, en la espera de una ceguera muerta de envidia, ahí estás, sentada, desnuda, desamada, desenamorada, sola como cualquiera, hermosa como ninguna.
Y yo, debajo de la ventana, hablando con nadie, esperando llenar el ataúd con todo menos con mi vida, quizás siendo así, queriendo morir en el anonimato de tu vocablo, entre tus malas palabras y tus buenos recuerdos hacerme de fama para que te olvides de mí a las nueve de un nueve del nueve, y que a la noche cuando asientes en tus sábanas el reproche de tu soledad, me busques sin saber quién soy, sin querer quién eres.
...Puerta a puerta, ventana a ventana, las habladurías de los domingos entre vecinos y peatones, en el mercado de frutos las carnes, en los bares dormidos los somñolientos visitantes, en balcón siguiente amanecen tus rasgos, y bajo una sombra antónima, con lo que quede de ti, yo...
Si me esperas, perderé tu encanto Si me olvidas, no sabré ni cómo ni cuánto Sin traiciones, no tendrás venganzas Sin corazones, nos sobrarán adivinanzas
Cuando andes, no me digas con quién eres Puede que pronto, valientes seamos los cobardes Desde entonces, ámame bajo la luna Si me temes, seremos contigo o ninguna
Puntos exactos, sueños entre tu gracia Verdades pasadas, imaginantes de nuestra estancia Bajo la luz de un blanco, ciegos, cuerdos y turbios Cuando despiertes, seámonos tu, yo y punto
En silencio, el eco será culpable En presente, el pasado será un instante Entre tanto, rasgaré tus hombros A tus pasos, perseguiré tus escombros
Puntos exactos, entre nadie tantos Podemos ser pocos, sin embargo faltamos algunos Si me miras, no habrá sueño en vano Puntos exactos, entre tu y mis manos
"Y si de algo trata, es muy probable que con el correr de los años su figura haya desmejorado, pero quién peor que yo para no saber notarlo, y aunque haya constado en algún retorno no pos fechado, debería admitirle que mis ojos ya no miran tanto, y que mi corazón de madero, de no temblar se anda muriendo. O quizás no digamos nada..."
Bitácora del Capitán
Tan largos se le habían hecho sus años, que ya no quedaba nada sobre sus sienes, tan corto se le había hecho el mar, que ya no necesitaba de alguna brújula para saberse perdido en cualquier lugar, tan solo se andaba con su soledad, que hasta sus soberbias compañías en la eterna mortalidad lo habían dejado, incluso sus sueños o su insomnio de realidad, pesaban tanto que ya no era capaz de llevárselos con el.
El despertar sobre el azul de su suelo, bajo el azul de su cielo, se le convirtió en una rutina de más de cincuenta años, lo que sí nunca cambió con el tiempo fueron aquellos pájaros negros sobre sus hombros, y su corazón de madero rústico capaz de no sentir ni razonar, capaz de no latir por miedo a vivir.
Su tripulación lo abandonó en el puerto del sur de sus pesadillas, esa misma tripulación que constó siempre de once aguerridos piratas, que temor daban con tan solo mirarlos, esos once que fueron para él su única bitácora una mañana de octubre abandonaron al capitán y a su barco, decidieron que mejor serían delincuentes comunes y corrientes para no perseguir más la lucidez de la locura de su eterno capitán, que por rústicos recuerdos de su ella, no volvió jamás a ser igual. Desde aquél jueves de octubre del año nosecuanto en el puerto nomeacuerdo, el capitán soñó con volver a esa tierra que lo quiso, que pudo haberlo olvidado, con la piel de su única patria, de la mujer a la que realmente habría amado y a la que cobardemente abandonó por las barbas de su mar, y sus bitácoras se fueron asemejando a un diario escrito para nadie con sabor a todo, con faltas de ortografía y sin signos de admiración, un diario en blanco, en el cual en la última página rasgada a la mitad descansaba alguna que otra palabra, y en medio de tantas lágrimas, el nombre de su amada por quien volvería a la mañana siguiente.
Pudo ser la sensación, de algún recuerdo, hechada por la borda, o tan solo el roce con algún Déjà vu venidero; Al fin y al cabo Magnolia ya no estaba más al final de sus coartadas, o al principio de sus juicios, en aquellos treinta y tantos de febrero que pasaron juntos sin decirse mas que nada, acortando su distancia con el juego de miradas, de aquellas citas bajo las faldas del beso francés, o las caminatas en el puerto de frutos muertos, llenos de vida. Era aquél sueño que últimamente se repetía que lo mantenía despierto, llegar a tierra firme y encontrársela deshojando sus girasoles, pero sabía con perfecta sensación que ella no lo esperaría, no se habían atado al compromiso por miedo a la costumbre, y en su escape, el capitán no habría prometido volver, así que si ella se encontraba en el puerto al día de su llegada, sería tan solo una coincidencia de esas que la vida no está tan segura, sobre todo cuando aún no ha sucedido.
Fue así como una mañana de diciembre el capitán arribó al puerto de Magnolia, tomó sus papeles húmedos y muertos y fue en búsqueda de ella; Sin embargo, había algo en su imaginario que no le permitía moverse de su dirección, fuese como si aquellos sucesos, inclusive la leve lluvia que mojaba su rostro, ya hubiesen ocurrido, y quizás tratando de restarle importancia a lo que estaba por venir siguió su rumbo sin temor a nada, solamente de que a diferencia de lo que suponía iba a pasar, ella no esté más entre los ellos y ellas. Pero no fue así, al llegar al borde de la montaña del "Sendero" la encontró sentada mirando al firmamento como la primera vez de su encuentro, su corazón tembló de miedo, sus miradas se cruzaron de avenida, se sorprendieron. Tanto esperó este momento que no pudo esperar más, pero Magnolia, no lo reconocería. Es como si su memoria la hubiese abandonado, dejando su inmortal belleza agotarse con los años, como si nunca fue el capitán de su puerto, como si él nunca hubiese sido él.
Los días pasaron, frente a la taberna descansaba por las mañanas su cuerpo entero, salvo sus ojos, el resto estaba muerto, no podía concebir que sus mejores recuerdos de a dos ahora solo le pertenecieran a uno, a él, y sin embargo él ya no era él, tan solo era un perfecto desconocido con más edad y menos dientes, y ella tan sólo pasaba los jueves por aquella taberna, pero cada intento era inútil, cada vez que deseaba acercársela el viento lo tumbaba de un golpe hacia el suelo, el cuerpo le era tan inútil como su voz y su eco, se sentía muerto en vida mucho antes de tiempo... Y así aprendió a olvidarla en la tierra, fue dejando que lo cercano lo vaya alejando, fue olvidando de a poco los retazos de la hermosura de Magnolia, fue olvidándose de que los jueves tenía una única oportunidad, fue dejando su sombrero en las bancas de la plaza Central, su bitácora a sus pies, su corazón a su merced... Magnolia había dejado de ser una cuenta pendiente, se había vuelto algo que nunca existió, un recuerdo pasado que se le hizo tan presente, que tan solo prefirió olvidar más tarde que de costumbre.
Y una mañana de marzo cuando la primavera daba indicios de ser ella, Magnolia rozó el hombro de aquél ser muerto en vida:
"Mi capitán, ha vuelto a este puerto, espero que no le moleste, he leído y releído su bitácora y por más que no quiera me he dado cuenta que soy yo a quien espera, si tan solo pudiera escucharme mi capitán, mi marinero, mi anónimo, lo espero bajo la falda del beso francés, para morirnos de nuevo... Que nuestro Déjà vu no tiene tiempo y espera por nosotros. Tan solo espero no haberme tardado mucho en recordar, y que usted se tarde en olvidarme. El firmamento por fin será nuestro, se lo prometo " - Magnolia.
Y sentado delante de sus antónimos anónimos, como un héroe asustado, apuntándole al corazón de su Juana del triunfo, sosteniéndole sus miserabales victorias, mientras ella rasgaba su sombra y al tono de ambos, el susurro dejó escuchar lo que nunca ellos se dijeron: "Que mi historia va sin hache, que mis pasos se han ido contigo..."
Las entradas sin salidas, las victorias sin partidas, así estamos previo a un duelo sin muerto ni asesino, sin culpables ni inocentes, porque entre tantos residentes y entre los pocos visitantes, quedamos tú conmigo de testigos, como cómplices de vino tinto, amargos por afuera, añejos por adentro.
Demasiadas noches demasiadas, pocas nueces y grotescas las entrañas, así sentimos los sentidos y los pésames difuntos de un encuentro taciturno, que más que encuentro, y con poco disimulo, es un sueño de escalera, sin firmas ni contratos, sin quimeras, como socios de la soledad que nos espera.
Y cuando estemos frente a frente, con los crímenes a flor de nuestras sienes y los vestidos pernitentes bajo el amasijo de cuerpos hirvientes, háblame y discúteme, que las únicas mudas que nos sabemos son las aches (¡y vaya al resto a saber como se escriben!) que dispuestos estaremos a susurrar a la hora de rehacer y deshacernos al amarnos.
Porque yo he querido, y rasgado las sombras del olvido y del recuerdo, que quisieras que querramos ser carne para sabernos a nuestros apetitos, porque somos malas compañías, somos buenos mentirosos, somos carne y hueso de pecado desbocado, porque entre los ojos que no miran huellas de un presente sin presentes, están los corazones que no saben si latir o temblar hirientemente.
Porque hemos sido cómplices y testigos de nuestra propia coartada, porque nuestro crimen nos querrá, cuando se le venga en gana. Y que el pecado para dos lo tomemos temprano a la mañana...
Que la avenida se llene de extraños Que no te inviten por ser invitado Que la verdad no bese en los labios Que no te sepan si haz sido pecado.
Que no te sobren cuando no quede nadie Que no te esperen, que se haga muy tarde Que no te ganen sin haberte apostado Que no te pierdan sin haberte jugado.
Que si te aman no sepan hacerlo Que si te buscan no encuentren tus restos Que si se marchan no sea tan temprano Que si te olvidan, que no sea en vano.
Que los azares no sean al azar Que las mentiras no tengan verdades Que los encuentros no sean tan probables Que las caricias te enseñen a amar.
Que todo sea nada Que nada sea un sueño Que sueñen contigo Que sueñen despiertos
Un sonido distinto remueve tus sentidos, el televisor encendido que apenas suena en un canal de habla inglesa, las ventanas del lado que nunca fueron, aquellas manos que calientan tu cuerpo no son las tuyas, pertenecen al cálido cuerpo de una anfitriona anónima de pies a cabeza, que susurra tu nombre, que respira contigo...
El olor a café destrona tus desayunos de vino y cigarro al medio día, la puerta entreabierta, tu despedida.
De repente te encuentras en una sala de espera desesperada que a gritos pide que la recuerdes, en aquél pasillo te espera un Déjà vu que deja en jaque a tu memoria, y luego de haber ido en contracorriente, te encuentras con aquél ascensor en el séptimo piso de la torre más alta que te recuerda a tu planta baja sin escalera a la nada, sin diamantes colgados del cielo.
Con el cabello húmedo, con olor a todo menos a tu perfume nocturno, con el corazón que anda en lo suyo, tus ojos atentos a la espera de algún inquilino inquieto y el saludo fraterno del portero canoso, como si te conociera de siempre, dejas frente a tu espalda la última puerta de cristal de aquél laberinto, y el brillo entrometido de un sol veraniego opaca tu mirada.
Levantando la mirada hacia la nada, abres la puerta del primer taxi que espera frente a ti, y le respondes a aquella voz que no es tuya frente al retrovisor: "Doble en la esquina, nos vamos a casa, ¡Hasta pronto, callejón sin salida!"
Yo no quiero aprenderme de tu letra, ni cantarte con mi voz de egoísta, yo no debo saber si de esta manera, te tendré hasta el fin de este día.
A este Zascandil de ocasión, enséñale el amor, a rehacerlo y deshacerlo a gusto y semejanza, pero no le pidas que se quede en tus caderas, pues si aprendió a querer de tí, mañana querrá de tu enseñanza en las pieles de otras damas.
A este principiante sin princesa, déjale irse por la puerta trasera, ensuciarse en el cariño barato de alguna Dama Juana Sabinera sin la necesidad de decirse quién ha sido, quién ha amado, pues entre tantos malos tratos y entre tanto vino amargo, solamente recordará que su antifaz de ser humano enfriará sus pies luego de habérsele olvidado entre las manzanas de mil sábanas, media docena de zapatos, unos bofetones y algunas medias tintas donde duermen los pecados.
Pues este cuerdo sin sombrero aún le debe esta costilla, aún no ha sido condena, aún no ha sido destierro, aún no ha caminado tanto. Y aunque juegue con las dudas y las cartas de alguna Judas por semana, aún le sobran las partidas con gusto a despedida, con escencia de ocasión.
Y al final, te contará de esto, secreto de todos como si nunca existió, argumentando en el balcón sin verbos en los labios, que los besos que no le haz dado y los que nunca se pidió, son los más exquisitos, para saciar su adicción.
Y este mismo aprendiz de tus pecados, será el último en besarte la boca pero el primero en quitarte la ropa, con la receta justa de tu enfermedad, con la pasión en la piel de mirarte nuevamente, y ser de tu manzana un perfecto pretendiente...
Canción que comenzó a principios de Marzo, y se terminó en Junio, espero que les guste, el ritmo, lo tendrán que esperar.
Despierta ahora ya es muy tarde Hoy no habrá sol en las mañanas atenuantes Un dios de abajo nos buscó entre tan distantes Y las mentiras verdaderas buscan amantes
Me partí en la cien doscientas veces Buscándole adjetivos a tu ausencia Y lo que quise fuera siempre para siempre Me ha reencarnado siempre donde alquila la demencia
Y ya sintigo los verbos no hay en sueños Desenterrándome tres años bajo el suelo Durmiendo al lado con los ojos bien abiertos Esperando un eco que me alquile entre sus huesos Y cómo pesan estas flores de este entierro Que tú me sueles cada mes menos inviernos Cuando te acuerdes, ven despiértame de nuevo Que ya sintigo lo que es conmigo no recuerdo
Cuando las voces nos vengan con a veces Y yo esté cerca de la luna y sus amantes Con tus pupilas mirándome como antes Entre Nós-otros no habrá balcón que nos aguante Y ya sintigo los verbos no hay en sueños Desenterrándome tres años bajo el suelo Durmiendo al lado con los ojos bien abiertos Esperando un eco que me alquile entre sus huesos
Y cómo pesan estas flores de este entierro Que tú me sueles cada mes menos inviernos Cuando te acuerdes, ven despiértame de nuevo Que ya sintigo lo que es conmigo no recuerdo
Hoy desperté en un mundo de comas, puntos y apartes Las lucecitas de avenidas fueron a buscarme Pero los ojos que esperaba no llegaron Y en este entierro caras grises no alcanzaron
Y ya sintigo los verbos no hay en sueños Desenterrándome tres años bajo el suelo Durmiendo al lado con los ojos bien abiertos Esperando un eco que me alquile entre sus huesos Y cómo pesan estas flores de este entierro Que tú me sueles cada mes menos inviernos Cuando te acuerdes, ven despiértame de nuevo Que ya sintigo lo que es conmigo no recuerdo
Nunca supe cómo se comienza una despedida "temporal", si al inicio transcribo los agradecimientos, o si termino implícitamente desde algún punto angular, quizás no tenga tanto "tiempo" para eso, más, salvo diré, el gusto es mío, lectores.
Cómo hacer una observación, o tratar de llegar a una conjetura sobre el Yo y el tiempo, sobre la realidad de ambos en un mismo momento, es lo que siempre quise saber, sobre si el cuerpo donde estamos asentados, donde crecen nuestras ideas y nuestros cabellos, es tan solo eso, o equivale a algo más. Trataré de no cansar, más si de darme a entender.
Desde hace varios meses el Yo mío dejó en claro qué es lo que quiere, y qué es lo que ofrece al resto de invitados en las tertulias que se han inventado, y en las cuales ustedes han participado; Pero hubo un tiempo, es verdad, ese tiempo del cual muchos se sienten avasallados, a quienes les interesa mucho el tiempo, quienes agradecen las veinte y cuatro horas de un día, los trescientos sesenta y cinco días que tiene un año, y así podría seguir hasta el "infinito", ese tiempo que no agradeceré, tan solo me dedicaré a decir sobre ahora. Como seres humanos (y supongo racionales también, aunque no se también a qué) fuimos construyendo nuestros pasos respecto a algún futuro, un futuro distante para ser más exacto, pero, a menos pocos, no se nos ocurrió pensar sobre qué sucedería si dejásemos de pensar en ese futuro, si dejásemos de lado todo aquello que respecta al tiempo para saber qué pasa, y muchos dirán "el reloj de arena se rompería", claro está, pero no, me di cuenta a mi andar, que seguimos inmersos en un péndulo al cual meramente llegamos al mismo lado, siempre. Nosotros ponemos de fondo ese tiempo, nosotros le damos el valor a algo intangible, sin importancia, que meramente es una formalización, y le damos importancia por la importancia de nuestro Yo físico, ese que observamos en ventanas, reflejos, espejos, en los ojos mismos de la misma gente física que se choca a nuestro lado, pues quién no se ha mirado al espejo en su día de cumpleaños y ha dicho "qué viejo estoy, un año más", pero creo que ese día es el que menos el espejo te muestra tu rasgo aumentado, es solamente una idea. Es por eso que tanto el cuerpo físico, como la creación de los "verbos", nos han generado esa importancia sobre el tiempo en sí, y yo me di la cuenta de dejar de creer en eso, de dejar de idolatrar o maldecir un reloj esperando una hora que nunca llega o quizás llegó sin darnos cuenta, y pensar más en lo que está más allá, en el Yo "no físico", pues es ese Yo quien le da animación al cuerpo, quien lo envejece y quien más tarde se busca un nuevo cuerpo, y estará en el mismo lugar y en el mismo tiempo que ayer, que hoy y que mañana.
Quizás los conservadores me avasallarán y los liberales no me cuestionarán, al pensar que el cuerpo es tan solo una mera formalización que usamos para poder cumplir nuestros deseos, los más sublimes y los más perversos, lo que interesa está tan subjetivamente dentro nuestro, que ni siquiera nos damos cuenta que eso vale más que el oro o las monedas enmohecidas en nuestros bolsillos.
Y son ya varios años en que el mundo se rige por ese Yo físico junto al tiempo, sino, miren ahora la televisión, ese miedo de dejar de estar "joven", o ya no estar en el lugar que estás porque no estás "al día" con el resto, es lo que nos deja los pasos en falsos para "morir a temprana edad".
Logra que ese Yo no físico se anteponga a tu traje de diario, para que tus abuelos le cuenten a sus hijos y ellos le cuenten a tus nietos lo magnífico que fue aquél sujeto en medio de tantos objetos. Desencadena (y con esto no llamo a una revolución, pues en sí, ya he dejado de creer en las revoluciones de medias tintas que nos llevan siempre al mismo lugar), lo que tanto quiero referirme es que el dejarse llevar por el aspecto físico y por el tiempo que éste nos dure esbelto, creo que es una pérdida de tiempo, si tan solo pensáramos un segundo que mañana estaremos en el mismo lugar y mañana en el mismo lugar de el mañana anterior, nunca ese mañana llegará, salvo porque creemos que cuando se anochece el día termina y cuando se amanece, el día arranca.
Tampoco me quiero ir contra las leyes de la sociedad ni ser una persona que no cree en los formalismos y en los sentimientos que con el tiempo van "madurando", pues si me creyera fiel creyente de eso, mi obra maestra (ARLEQUÍN) carecería de total sentido y es lo que menos quiero pues en ella hay una fuerte influencia sobre todo aquello en lo que trato de espantar ahora, y que será mi primera experiencia como publicación y como escritor, y no diré más sobre ésta ya que debido a esta es que propongo una despedida temporal sobre mis cuentos y mis relatos que tanto hablan sobre el amor, sobre el tiempo y en sobre lo que yo creo también, pero que a veces me espantan.
No esperemos que el cuerpo y los días nos digan donde estar, verán que en mil años, estaremos sentados nuevamente leyendo esto y criticándolo abiertamente, y las veredas de sus ciudades seguirán ahí, con el mismo nombre y el mismo renglón, pues todo aquello que se piensa infinito es tan solo un finito, que llega a un punto y vuelve a comenzar, como una ruleta, como un andar. No se cierren en un espacio sin nada que contar, como les dije, el Yo físico no te da las gracias cuando lo dejas, tan solo desaparece, y después tendrás otro y otro más. No esperes que el tiempo te de la hora exacta, solamente date el gusto de poder entender y comprender que quien maneja todo en este universo no tiene cara ni sello, es uno mismo el que logra inventar y crear, para poderlo admirar.
De las casualidades diré que son lo mejor que existen, no tienen tiempo ni mucho menos edad, y están en un lugar a donde llegarás in imaginártelo, que la gente viene y se va, te deja enseñanzas en el Yo no físico, y hasta a veces marcas profundas en el físico, pero vienen y se van, prontamente aparecerán, sin ni siquiera pensar en el tiempo, volverán, pero mástardemente se irán nuevamente, porque así somos los seres, todos, nunca estaremos en el mismo lugar, hasta que hayamos conocido todos los lugares, hasta que la última gota de percepción derrame el vaso y el no físico lo borre, y después, lo vuelva a crear, con los "verbos"...
Les agradezco mucho lectores, el gusto es mío.... Si en algún momento vuelvo a escribir un relato corto, se los enseñaré, pero por el momento me enfocaré en mis dos proyectos a largo plazo, "Arlequín" y "Los fantasmas de Recoleta (Querida Buenos Aires, dos puntos)"...
Enormemente agradecido, se despide temporalmente Yo, quien siempre seré Yo, que es lo mejor que soy (El ser Unomismo)...
Como tú, tildándote, de blancanieves en negratormenta ninguna, y como yó, ausentándome, de lobo cosido en piel de cordero unosolo. Dos distintos mordidos en la misma manzana, con el mismo apetito embalsamado al veneno de horas mañanas.
Me fui deshaciendo de mis caros prejuicios con lo tuyo, me hice de ti con tu acento en mí, de tu cuerpo indivisible, sombra de mis manías, en el mío, me adueñé de tus bésames únicamente para mí, sobre todo entre el despiértame y el cierre de tus labios atrincherados sobre los míos.
Estaba pensando que estando en el sueño estaba en lo cierto, y de haberte demostrado mi cordura, tu boca tan solamente me hubiese amoratado de amor mientras duraba la luz encendida.
De ésta Fábula(s) DoRe-Mý me desviví en SolFa-y-Tú.
Tengo entendido que fuimos el sueño de alguien que se fue sin recordarnos, como algún antespasado o un despofuturo de nada y de todo, que nos dejó en pleno presente mirando al costado, a tu sabio costado y a la savia de vida entre manos testigas sin nada que culpar, y nos dejó desenvueltos de prendas sobre una mesa sin piernas, delgada y suave, nos dejó despiertos con la música incompleta, subjetiva llena de objetos, con los ojos desamados bien abiertos, como si no pudiese reconocer lo que tenía enfrente.
Entre tanta incompletitud de andarme contigo sin tus besos desmerecidos, faltaron las notas repetidas constantes, y fuimos buscando mientras nos íbamos perdiendo a cada paso, sobre el piano de fondo y las trompetas de mudas, nos íbamos perdiendo, de apoco tocando las notas faltantes, y el mismo mío de espejo empañecido que repetía sobre tu espacio sin sombra ya sinmigo:
Desabastéceme de tu pronunciación, pecado voz de sol, mas no podría aguantarme las ganas de llamarte la atención... Oh! niña, desquiéreme antes de andarte, que podría deshidratarme con todo lo tuyo, noche por noche, y aún más, cuando la música falte.
Y la música se fue, se me fue contigo, me quedé con la carne y hueso en exceso, casi casi tan incompleto como la música de fondo y el silencio de mudas, así me quedé y me desviví para morir de vuelta, para volver de nuevo donde nunca estuve, y compartirme con alguien la música entera, el cuerpo y la mente sabatinera, un viernes por la noche.
Hoy desde temprano ven, ven mucho y vete, vete muy tarde, como si esperaras encontrarme tumbado en la sala mirándote salar lo de encima de mis huesos. Mañana desde tarde voy, voy poco y me iré, me iré temprano, como si esperara encontrarte erguida en el balcón mirándome balcanizar lo de debajo de tu vestidura.
Ven, ven con el gusto del apetito, que espero hambruno de tí solamente, y vete, vete descobijando la sequía que causaste en la madrugada ontherocks. Voy, voy con el tacto justo de tus noventa sesenta y tus piernas, y me iré, me iré desmadurando lo que de la vida aprendieras.
Ven, ven limitando jueves, con ganas de hacerte de las paces, y vete, vete viernes limitado, después de revancharte en la tregua. Voy, voy demasiado pronto, cuando se caiga el infierno, y me iré, me iré aprontando demás, después de amanecernos de nuevo.
...Y cuando vengas, no vayas, así yo voy de nuevo...
A veces pensaba que con tan solo decir "te amo", todo resultaría perfecto, que las promesas y esos versos que no recuerdo se quedarían justo cuando te estabas por ir. Pero no fue así, la mente juega con ventaja en esto de creer y de absorver la presencia, pero cuando ya no estabas me había dado cuenta de que te estaba olvidando o quizás te extrañaba tanto que no me di cuenta donde te perdí, o si fue talvez la falta del duelo que no te lloré lo que ocasionó el que yo esté aquí de pie, sobre ti, en plena lluvia de agosto invernal después de tres años en que te fuiste de mí, física y mentalmente.
Desde aquel día fui desmembrando mi memoria, solamente contaba con el pasado para protegerme, ni siquiera para eso era tan bueno como lo soy ahora. Cuando despierto, despierto solo, con mi ello, con mi yo y mi superyó, pero al fin y al cabo tan solo.
Recordar la última vez que te vi sería deicrte adiós y aunque ahora quisiera estar desenterrando el amor como lo prometimos, me estoy enterrando junto a tí, no harán falta estos cuerpos humanos, déjame decirlo, el resto lo harán los gusanos.
Cómo, cómo podría decir que moriría contigo si te matas o que si te fueses primero escribiría nuestra historia con la sangre que me sobra y la tuya que te falta, y dejar de lado el morbo de este encuentro, en esta charla en este cajón donde estamos los dos ahora, y te miro diferente, pálida, sin fuerza, sin sonrisa, aunque simplemente sepa que estás ahí, ya estoy contigo, o ya estaré, bueno, no soy bueno jugando a conjugarme en los verbos, pero contigo, eso seguramente reconozco que es verdad.
Recuerdo nuestra última cita en aquella sala de espera completamente desesperada, tu cuerpo enteramente ebrio de formol, el mío, absurdamente lleno de veneno, deseando ser aquél que ocupe tu lugar y no tu misma actuando de ti misma, quién sabe, si esto fue la historia de amor que no creía en nada mas que en eso, que al mirar no mirábamos solamente lo que alcanza el tacto, nos teníamos en nuestra surrealidad realmente y llegamos hasta sentir la furia de lo tácito, ese peso extra que cargábamos al despertar con nuestros cuerpos moribundos después de tanto amar.
Sé que las personas van y vienen pero nadie me enseñó mejor que tu que antes de morir deberíamos vivir, y así fue, creo que he vivido lo suficiente, creo que los diarios me dicen lo mismo mañana tarde y noche, creo que los fantasmas son la misma gente que copa ciudades y compra hasta el cariño faltante en sus habitaciones, que el vicio del ser humano los enjuició ante una justicia ciega de poder, que no conocí otra mujer mejor que tu pues aunque dormía con ellas soñaba contigo, y cuando dejé de soñarte y ellas a dejarme, vine a visitarte y me recibiste con tu cuerpo de ángel con ojos cerrados, con tu voz apagada pero impaciente de contarme las mil y un aventuras venideras de ese porvenir incrementable, de aquella filosofía de la vida.
Ahora solo resta cerrar los ojos, no te adelantes, puede que esto no sea la mejor declaración de amor ni asemejarse a Romeo o a Julieta en desamor, pero es lo nuestro, nuestra historia en breve mientras se adormece este esqueleto, donde mi intelecto aún quedará despierto para amarte en reencarnamiento, verdaderamento.
Por la algúnica vez en que me alojé contigo, cuando te amé por fuera del margen de toda moral y de lo permitido, y que ahora tus atlánticas venas me estremecen y me junto a deshilar lo que queda de la piel viva que muere de a poco junto con el latir de este corazón que se quiso en pretérito imperfecto y que si la muerte nos separó fue solo un instante, ahora espero encontrar algo redundante en el sonido vacío y muerto de este lugar, aguardando el momento preciso cuando deje de respirar, para poder irte a buscar aunque no sepa donde estás.
"Algún viernes de septiembre, desearía no bailar sola"... Uriel
Al fondo de aquella calle empedrada, cerca de San Telmo, cada viernes de septiembre cuando no llovizna en la vieja Buenos Aires, Naima ensordece a los visitantes con su cajita musical.
Como todo lo viejo, la cajita también se encuentra a la venta, aunque nadie la desea comprar, su música es tan fascinante que nadie desearía volver a pasar por ahí sin imaginarse un sueño profundo y eterno en el cual sumergen aquellas notas casi errantes atormentadas por el tiempo.
Dentro de ella, una joven bailarina envejecida con los años baila su canción preferida, año tras año ha visto infinitos rostros que la observan con serenidad, con intriga impaciente, como si no desearan que termine su baile. Su nombre, Uriel, de origen anglosajón y piel tosca como el mármol, cada viernes de septiembre que pasa, desearía bailar aquella música que se toca en fondo, con alguien, aunque sea por alguna vez.
Ramni, de diez y seis años, se mudó hace varios días al barrio, nunca tuvo la suerte de poder escuchar, aunque aquello jamás le impidió poder crear seres inimaginables de madera, marionetas colgadas en un circo de papel, estropeado con el viento. Desde entonces luce cada viernes de septiembe, en esa misma calle empedrada, su festival de marionetas.
Una noche de jueves, Epidio, la marioneta más hermosa nunca antes concebida, se asomó a la ventana de la habitación de Ramni, y observó que Naima estaba por cerrar su cajita musical, hasta que por fin pudo mirar a Uriel, y entusiasmado, volvió al baúl de venta.
Entre tanta gente de viernes, Uriel comenzó su baile, aunque un poco angustiada, sentía miradas extrañas, pero no sabría por donde comenzar, hasta que en su primer paso a la vereda de enfrente, pudo observar a Epidio, sentado, mirándola fijamente. Al primer aplauso de la gente, Epidio se levantó, tomó la forma ausente que aguardaba Uriel, y comenzó a bailar, ambos cerraron los ojos, se sentían tan cerca, que nadie los podía tocar. La luna acompañó esa tarde que la lluvia destrozó en cristales de estrellas muertas de envidia de aquellos amantes de la danza musical. Uriel, sonrojada, se escondió de felicidad. Epidio, entusiasmado, volvió al baúl de venta.
"Viernes de septiembre, lo deseo..." Uriel, Epidio.
Cada viernes de septiembre, la danza se hacía más fuerte, las sonrisas, ajenas a sus dueños, no dejaban de soñar. El baile, no se quería cansar.
Amaneció como cualquier viernes de Septiembre, Uriel quería comenzar a bailar tan pronto se ponga la primera hora de la tarde, con su amado, y al abrirse la magia musical, Uriel levantó la mirada expectante de que él esté ahí, como siempre, para siempre, pero un individuo de tez blanca tenía en su mano a Epidio, tomó dos marionetas más, y se despidió de Ramni. Al mirarlo partir, Uriel se quedó petrificada, su amante se iba, quién sabe a donde, quién sabe porqué, pero se quedó sola en su viernes de septiembre, aunque la mirada de Epidio le describía perfectamente: "Nunca dejes de bailar, volveré". La cajita se cerró, Uriel, no se despidió.
Treinta y tres años más tarde, Naima sacó su cajita musical en la misma calle empedrada de Septiembre, Uriel, cansada y ya sin color se quedaba horas bailando ya sin fuerza, sin felicidad, sin pasión.
"Bailamos?,Aquella voz, aquella voz tan fuerte hizo eco en sus oídos cansados.
"Epidio, sos, sos vos?" Respondió Uriel.
"Te prometí que volvería, y volví" Respondió aquella voz. Uriel al mirar a Naima, comprendió que ella la abandonó para ir a recuperar a Epidio, y no le importó cuanto tiempo perteneció abandonada, sabía que ella la comprendía.
Aquella llovizna nocturna de sábado amaneciente nunca se olvidará, Ramni y Naima entraron apresurados a la vieja casa de él, como dos enamorados... Y afuera, el espectáculo más amado por la luna, Uriel y Epidio, bailando en la cajita musical.
"Cada viernes de septiembre, nunca te canses de soñar"
Ayer pasé por ahí, charlar con ella sobre el café, la madrugada a ciegas.
La geometría de su cuerpo denunció mis preguntas, mis ojos irritantes ante la soberbia de tal belleza intocable, mi piel se desgarró con el toque de sus manos. Pegados en sus sábanas hartas de tanta materia prima vestida, ellas mismas desvistieron las voces. Como si fuésemos pubertos en lo que nos sabíamos tan expertos, que inclusive podríamos hacerlo con los ojos cerrados, las manos atadas, ayer los teníamos bien abiertos y demasiado sueltas. Encima mío el pecado de Eva, debajo de ella lo que quedaba de un Adán tatuado en la tierra.
Las palabras repetidas como si no hubiera memoria que se acuerde, las manos entrelazadas denunciando pasión por todos lados, el amor en el suelo junto a los restantes deseos, dos cuerpos tan juntos, separados por la niebla agotada de respirar, unidos hasta por lo inimaginable. Hacerle el amor al sexo endeudado con nosotros, como si quisiéramos que no se adelante un final que parecía llegar mientras nos espiábamos a los ojos.
Precoces en ese arte de amar y odiar al tocar, percibiendo que llegaba el día, que llegaba hoy y que ambos despertaríamos atados a las responsabilidades y a aquellas excusas breves para darle el hasta luego. Tantísimos amantes del sueño profundo nos sentimos, ninguno debía despertar hasta las seis, como un día normal, pero ninguno pudo dormir sino ante la llegada de las siete.
Qué suerte tenemos los nosotros juntos, soñando entre el cuerpo del otro a que somos inmortales en el vientre del amor con acento, desesperados por atender necesitados.
Ahora pasaré por ahí, señora inoportuna aferrada al sombrero, sonriente, café de por medio, es por eso que le recordaré el ayer a sus murmullos, que el pasado en un tal hoy era para nosotros un presente en un tal ayer, hasta que lo podamos recordar con un tal mañana; Y la gramática de su cuerpo, me invitó otro café, antes de las siete.
Se gustaba más entre los muertos, los hombres vivos no eran vivos ni despiertos. Repetía sus andanzas de visita en lo real, hasta que el unomismo secuestrara su decencia. Se gustaba más que ayer, ahora ya no duerme sola. ¡Muerta en vida estás mujer!, y al unomismo ha envenenado, para amarlo a toda hora. (Sobre cómo dormir acompañando)
Desde hace un tiempo que escapé sin que lo sepas, la duda consecuente que obvia mi cabeza es saber si me recuerdas, o si te diste de verdadera cuenta que ya no estaba ahí cuando tocabas a mi puerta. Ahora que recuerdo dejé la puerta abierta, pronto volveré esperando a que estés frente a aquel timbre enmohecido y sordo de tanto hacerse sonar. Vaya, ¡qué viejos estaremos!, ¿Nos daremos cuenta? (De las Manchas Intactas)
Hoy verla, como antes de tiempo, mintiéndome verdaderamente feliz como si no hubiera pasado un día entero... Ayer entre mis brazos, se me fue como siempre prometiéndome verdaderamente feliz como si no me conociera... Mañana como pasado en tiempo, esperándomela sentado verdaderamente feliz, como si no tuviera mejores quéhacerles... (Añoranzas verdaderamente felices)
Te dejaste por lo mío, seguramente asegurabas que no debías, mastardemente cuenta diste a mis palabras y nochemente te marchaste con las sombras del tequila, anduviste con tu vida cuando yo te esperaba en esa esquina... Te saliste con las mías, aunque felizmente prontamente volverías… (Enternamente)
Esta vez quiero quererte enserio, no mirar la soledad mofarse de la realidad... Aquella vez te hubiese querido enserio, pero perdí tanto la voz por gritarte que te quiero, y no me escuchaste en el intento... Mañana quisiera querer de nuevo, quererte hasta perderme enserio, morir lleno de vida entre tu cuerpo, fugarme en tus sentidos, sin regreso, sin la mala costumbre de decirte que te quiero… (Yo también sabía de eso)
AntesdequetemeempiecesaandarsoladéjamedecirtequenomerezcotuabandononosoybuenoparaesosidesdeayersabíaquenotequedabatiempoyquelosamaresycantaresquemeibasdesmintiendoeransolotoscasvocesdetercerosEsperaesperequecasiyanotereconozcoconsombreroquécortoeseltiempoparecequehubiesesidoayerquedormíamossinesosaquellos (Sin comas y otras cosas)
Y como no soy mezquino, le dejo en su último suspiro, si quiere un consejo, no le tenga miedo, vine a darle una palmada a sus hombros, a poner lo blanco en penitente, y los colores de nuevo, no he venido con voz vengativa ni desprecio, sólo a decirle que se vaya de una vez, ya estoy cansado de buscarlo. No tenga miedo, esa última vez su voz misma me dijo que la suerte no nos salva dos veces, y usted la agotó por supuesto. (Al Unomismo)
Ya se que piensas que no hay excusa cobarde que valga para quedarme encima de tus besos, algo le debía al inventario, para alquilarme un espacio, no sé cómo ni tampoco cuánto, en tus recuerdos de junto de mayo, de abril y talvez un marzo... Si de lo mío era quedarme donde habita el silencio, entre tus piernas, sobre tu cuerpo, donde el amor se olvida del te quiero, y el valiente se queda unos instantes. (Sobre lo inútil de olvidarse)
Cuántas veces intentó uno mismo envenenarse en su placer, socorrerse en su aflicción, jugando a la psicología del corazón. Cuántas veces se exclamó, que caiga el cielo y que viva ella, para terminar boca arriba en las aguas del mar muerto. Cuántas veces se olvidaron de olvidarse de los todos, y acordarse apenas antes de dormir, que ya era muy temprano. (Unas Cuántas que sabemos)
La conocí mejor que a nadie /me miraba diferente /sonreía con mi gracia diferente /que sus besos me sabían diferente /pensaba en equilibrios diferentes sin bocetos o estructuras de costumbres /me decía nunca es tarde para siempre /de maneras diferentes.
En su cuerpo como nadie me ocultaba sus pendientes /y simplemente era un ser terrestre con manías diferentes /me soñaba como nunca en el silencio /cada noche era un encuentro diferente /fuimos muertos a la risa in-diferente /con nuestros pretéritos imperfectos medianamente absueltos /conversaba de manera diferente /que sus palabras me eran diferentes.
Me dio el gusto del amor en lo profundo /como pudo sin cuentas que adeudar /Prometió que habría un final diferente /lejos de creer en lo consecuente /me amaría como pueda y cuando quiera de manera in-diferente /en la guerra y en la paz /justo cuando acabe de amar.
Y a pesar del todo siempre /la única que se despidió perfectamente sin decir adiós /y es que ella me olvidó hasta de una manera diferente /que inclusive la olvidé de manera diferente.
Me dejó una voz diferente /en la estantería donde escondo mis epistolarios /titilando con la luz del sol /con el viento de abril.
Expresamente nunca tuvo nombre /Reescrito, recluido, renombrado a su sombra diferente /A la ella en singular /Al nada en particular /Contado para nadie /Dedicado inclusive para nadie diferente.
En el balcón, ella, con su cabellera de oveja negra, pecadora mortal de su memoria de ensueño adolescente, su mirada que coquetea con tantas estrellas, algunas escondidas en faros de la ciudad porteña, desnuda a flor de piel confesando a su cuerpo las aventuras que se fueron, y nada más que ella, con las preguntas que la suelen visitar en el silencio de soledad que mofa de realidad, esperando al antiguo sol temprano en la mañana de un domingo, antesala de una noche a medias.
Con las dudas que acarrean, la culpa de los comunes, de los sentidos que le pesan, el sueño de ella no es ligero, la noche le ofreció en carne y hueso, el Apocalipsis del deseo, la manzana prohibida del mercadillo de frutas, la voz tajante y atosigante del amante en turno, las velas del candelabro que se apagan, los cortes de cabeza, el sexo del amor sabor de fresa, el sudor de la pasión, el calor del terremoto.
La mañana toma forma de ella, aclara su color contando las horas, desde cero hasta septiembre, la cobardía al dar una cara que esconde, sin pesarle arrepentimiento alguno, semejanza de pareja, adjetivo de placer, vuelve ella, a su vientre en sus alcobas, se recuesta sobre el polvo de recientes, acaricia los espacios de pendientes, todo lo que queda… Despierta el, y nada mas es ella, otra vez en su balcón, correctamente involucrada en despedidas, las estrellas ya han dormido, el puerto ya se ha ido.
Mañana domingo, por la mañana, en su cartera llevará sus buenas costumbres de no necesitar, y nada más que ella, ya sin nadies, de vuelta a sus balcones, con su impecable testigo de caricias, sin excusas de mas tardes.
Este es el último de los cuentos/relatos "De mis Obras IncompLetas", colección de la cual forman parte: "La Fogata (Parte Primera, Parte Segunda y Últimas Terceras)", "La sombra de los Sueños", "Un Café sobre el Coñac" y "Alicia ya no está"... Esperando que les guste, Juan.
Que la vida está viuda de esta realidad, donde el ser humano alquila su libertad, que lo hermoso es despreciable si no lo supiste aprovechar, que de lo bueno se inventa aquella maldad, donde el habitante no muere por ignorarla al final... Que no hay diferencia y lo importante es si supiste disfrutar.
Que del mundo habría por contar, lo que está en silencio, lo que se quiere escuchar. Que entre lo malo y lo bueno no sabríamos diferenciar, pues que ante esta duda si es bueno está mal, si es lindo no haz de confiar. Que no se excusa el no querer mencionar, que las voces en cualquier idioma, siempre desean su libertad.
Que entre tanta diversidad, lenguajes por comprender, fisuras por evitar, que la dama primero a este hombre con su luna por la mitad, que apareció sin diferencia de edad, sin nombre plural, con su sana libertad, su frescura singular. Que El hombre y la luna, a la dama han de buscar, y con estos versos no intentar enamorar, que del amor sabe poco, que de los peros valen los también. Que la dama primero existirá, que enamorará, que sentirá…
Descubrí varias formas, para no besar con la mirada
Aprendí a salirme del margen, mientras soñaban las hadas
Comprendí que lo simple, se obsesiona en lo complejo
Me delaté ante tus ojos, con mi errante desespero.
Recurrí a la fortuna, sin pedirle deseos
Escribí entre tus manos, el prohibido misterio
Asumí mil derrotas, mirando hacia el cielo
Conocí en el relato, lo que callan los sueños.
Soporté lo tangible, más allá sus voces
Me alojé en el desván, donde guardas tus pasos
Incluí en las mañanas, los divinos fracasos
Me olvidé que la luna, se escapaba en las noches.
Aquel hombre que te habla, con la luna ha llegado
Con las damas primero, el recuerdo ha guardado
Si tus ojos me observan, con admirable misterio
Descubrirás que las voces, quedarán sin destierro.
Recuerdo haber entrado en su habitación, el piano descansaba en el mismo rincón, talvez se cansó de mover sus cosas para no extrañar. Su cajita de música permanecía cerrada, podría ser que el sonido la cansó, nunca la cambió.
La noche anterior en la fiesta del té, Alicia se sentó en otro lugar, mencionó que quería cambiar algunas cosas de lugar, se sentía un poco incómoda, a pesar de ser la anfitriona, una vez más.
"Comprendo perfectamente lo que está por venir", me comentó al oído mientras yo servía la quinta ronda de té: "Las luciernagas se apoyarán en la mesa, cada una se encenderá cuando termine la hora, brillarán intensamente hasta que la liebre de abril las persiga, se perderán en los arbustos, no las veremos más hasta el siguiente día. El gato de smileland se aparecerá en dos segundos a mi lado, sonreirá conmigo, desaparecerá. Todo seguirá igual", dejó que termine de servir, se sentó en su lugar, dio la bienvenida a los invitados. Todo se cumplió a término, tal y como Alicia me lo relató. Esa noche no fue igual para mí.
Quizás ahora entienda porqué se fue, sin decirnos adiós, sin despedirse de mí.
Este día, Alicia ya no está.
La noche en que Alicia abandonó las maravillas no tuvo sol, encima de su mesa descansaba mi sombrero, algunos recuerdos se escapaban de él, otros yacían en el suelo, me senté, cerré los ojos, quise por primera vez que esto fuera una pesadilla, como la vez que nos aventuramos con ella a viajar al País de las Pesadillas… Pero no fue así, palpé la realidad de su habitación en soledad. Alicia ya no estás.
Viajé rumbo al oeste, para encontrar la salida, pero jamás la encontré, no se en que estoy pensando, sus preguntas, las últimas de ellas: "¿me vas a extrañar?, ¿quisiera crecer, tu?, ¿hay algo más allá del más allá? ¿Sombrero loco, alguna vez desearías estar cuerdo?", no dejan de responderme por sí solas.
A la tarde viajé hasta las pesadillas, no la encontré. Solamente Adelita estaba ahí, deshojando sus girasoles, por fin la encontré, ya no se había marchado con los otros, se quedó ahí, sentada, al pie del jardín.
Ya es un día en que te fuiste, sin despedirte de mí, cuando decidas volver, te esperaré por siempre en la fantasía, llevarás tu vestido de azul, me enseñarás tu sonrisa. Mientras te espero, cuidaré de Adelita, así prometí no perseguirla más por tierra o por mar.
Mañana al atardecer, jugaremos con la Oruga al ajedrez.
Si llegas a escucharme, Alicia, en tu realidad, vuelve a soñar… Te estaré esperando, para volvernos a escapar.
El reloj pinta de cal su arena, ya es muy tarde, los sueños redoblan la apuesta.
Sentado en el mismo lugar, interrogado por las razones de estar ahí, sin necesitar nuestra presencia. Fueron cayendo de a poco varios espectros, pasados, recientes, futuros, chocando con el suelo, elevando la arena de esta tierra. Son de color gris transparente, algunos llevan máscaras, otros se muestran como son.
Encerrado en aquella habitación, sentado en esa silla de madera acabada que lleva varios siglos contemplando víctimas de los mismos, esperando la sentencia.
Cada uno se fue haciendo de los sentidos que me sobran por contar, van indagando de a poco, preguntando varias veces porqué no existen en el mundo real, comentando a voces insurgentes las respuestas que les brindo, más nunca se quedan a gusto.
Los pasados fueron los primeros, contaron anécdotas sobre las ciudades que visité, sobre los amores que desgasté, hablando en idiomas más antiguos que estas tierras, algunos con serios disgustos, otros con aciertos criterios. Invadieron la sala como cientos de miles de ellos, llenos de angustias y risas, trazaron dos líneas alrededor de esta silla, formaron un círculo, tomaron mi forma y despertaron.
Entre los presentes del presente pude reconocer a algunos, el resto mantenía su antifaz con la sonrisa intacta, como si desearan desgarrar lo que queda de aquellas paredes con sus manos envueltas de seda. Comenzaron jugando a los dados, pusieron sobre la mesa un par de tréboles, tres exactamente, algunas fotos recientes, los ecos de voces de urgentes, algunas desconocidas. Cada uno iba detallando su necesidad, se volcaban sobre las paredes y el suelo, pero nunca tocaban aquella luz intermitente que mis ojos soportaban, me observaron por varios segundos, terminaron de jugar a los dados, tomaron formas presentes, despertaron.
Los últimos fueron simplemente indecisos, no sabían por donde comenzar, llevaban la silla siempre para el mismo lugar, hacia delante, el dolor fue insoportable, para bien o para mal, para normal, tocaban melodías con alas de ángeles caídos con los restos de los antifaces de los presentes, burlaban una y otra vez mis respuestas, pero siempre llevaron la silla al mismo lugar, hacia delante. Confesaron la brevedad que los apura, respiraron varias veces al mismo tiempo hasta que terminó su melodía. Tomaron formas nuevas, despertaron.
El aliento comenzó a desgastarme, mis ojos parpadeaban lentamente, mis manos atadas con lazos hirientes, el gusto a cal y arena en mis palabras, mis oídos se cansaron de escuchar. Las luces se apagaron.
"Despierta una vez más. Bienvenido a tus sueños."
Abrí los ojos, el reloj sentenciaba la misma hora, la habitación reconociblemente aturdida tenía todo en su lugar, desperté una vez mas, reconozco todo lo que hay y lo que vendrá, siento que no escapé del mismo lugar, están ahí, entraron en la realidad, o talvez nunca salí de sus sueños, la sombra de estos llegaron para despertarme.
El café de las seis sigue estando a las seis menos diez, la lluvia sigue opacando sus lágrimas, las voces se endulzan con la primera creciente y el último resplandor, pero algo cambió.
Soñando dormido, estando despierto… Pensándome mientras me esperan en el último vagón del tren, sobre la misma terminal, deseosos de estrenar algún cuerpo para visitar, alguna habitación, o encontrar el sueño faltante por interrogar, donde una vez más estarán sin agotar la paciencia, bsucando en el mismo lugar, creyéndome estar en la realidad.
"Háblame fuerte, escúchame silencio.. Ya estamos aquí..."
Popet despertó, tan solo descansó cuatro horas, pueden haber sido los nervios, el día llegó. Sus manos colmaron su rostro, el sol lo molestaba un poco. Se dirigió hacia el jardín Tauto donde tendían sus prendas.
Fue la primera noche que no soñó, Itati había gastado su última noche de nervios, no quedaban más excusas, su cajita de música le arrebató el sueño mientras mandrágora despertaba al filo de su cama. Caminó hacia el balcón de Urnda, su amapola se había puesto.
El día transcurrió normal, los árboles habían terminado con el relato que iba a inaugurar la fogata, mientras que los duendes servían de anfitriones a los primeros visitantes del nunca jamás, los elfos y las brujas tenían todo el cielo controlado.
La noche se llevó el espectáculo previo, entre grises suavizó los nervios de los presentes, todos aquellos veían su enorme fogata a punto de encenderse, las Lamias tocaban a gusto mientras que las Ondinas estremecían los ríos.
“Hemos llegado hasta aquí, no por mérito ajeno sino por nuestra propia verdad. Deseo agradecer el esfuerzo de todos aquellos, la bienvenida a nuestro bosque a los visitantes, la magia comenzará cuando termine estas palabras que no son mas que el breve resumen de lo que está por llegar. Trazamos la línea de lo imaginario en medio de lo real, llegamos dispuestos a dejarlo todo para formar parte de esto, del origen de los colores. Bienvenidos sean todos”, fueron las palabras exactas que Tam-Tam, como maestro de ceremonia, mencionó antes de dar inicio a la fogata.
Se encendieron las llamas primarias, éstas debían ser fuertemente sostenidas por los más aguerridos caballeros encima de sus pegasos. La distancia no podía pasar más de dos metros hasta poder llegar a la segunda instancia. Una vez ahí, las brujas y los elfos debían desenfundar los leños cortados de los pantanos muertos y cuando las llamas primarias llegasen a ellos, Tam-Tam relataría el conjuro que por sobre todo, daría el gran inicio.
Hubo un enorme silencio, las montañas apaciguaron el sonido del viento, las voces nerviosas se acallaron, en el centro del escenario, cientos de cenizas ardientes se movían como si gritaran libertad. Los colores con furia se levantaron, gritaron con fuerza y estremecieron el mundo. La luna se escondió junto al sol, las estrellas cerraron sus ojos y apagaron las luces de los presentes. Fuese como si millones de cenizas se golpearan con todo lo que encontraban a su paso, el miedo había invadido a los presentes mientras Tam-Tam terminaba su conjuro. Fue entonces cuando todo comenzó.
Las risas y el llanto comenzaron a escucharse, todos estaban impregnados de colores magníficos, quizás nunca antes vistos, las Lamias sonreían y contemplaban el llanto de todos, los duendes cantando frente a los árboles, el corazón de Itati, latiendo.
-“Acércate Popet”- fue lo primero que dijo Itati con su voz tenue y casi quebrándose. Se fueron acercando al centro de la fogata casi extinta, sus manos se cobijaron, comenzaron a bailar y sonrieron al mismo compás, con las notas claras entre los pies.
Al mirarse durante varios segundos, Itati se alejó, Popet la siguió por todo el bosque, llegando hasta el balcón de Urnda donde había solamente un espejo.
-"Deseé tanto este momento Popet, todo este tiempo le he relatado a este espejo todo lo que siento, ahora puedo verme, mi amapola es tan roja como mi corazón, siéntelo. Mi vestido lleva un tono violeta, soy tan pálida como la ciudad de Neuquén, mi caja de Pandora es tuya, quiero que forme parte de tu corazón, quiero ser...”-
Popet la silenció, tomó sus manos, le hizo notar que sus ojos eran de un tono naranja, vestido de blanco y negro, cerró los ojos:–“Silencia tu voz querida anfitriona, la siento más fuerte que nunca, sé que no podrías escucharme aunque tenga estos bellos colores en mi, es mi corazón quien trata de mencionarte al menos una palabra, estoy dispuesto a tu caja de Pandora, tu toma mis cuerdas vocales, me haz hecho sentir mágico entre tantos reales, quiero volar a tu lado y que tu conozcas mis secretos guardados, Itati yo...”- (separando sus labios dispuesto a hablarle con fuerza)
-“Silencia tu voz querido invitado”- (Itati acallando su relato en silencio, poniendo dos dedos en sus labios y susurrándole al oído): –“Chasquea tres veces los dedos, junto a mi, repite mi nombre en silencio con el tuyo, siento tu corazón tan fuerte en el mío tan rojo... Bésame con la furia de tus sueños en mis labios, ya estamos aquí...”-
La luna los espió un par de segundos, hasta que decidió descansar, junto a su fiel amanecer…
Cuando todos se fueron a dormir, el color negro surgió gritando en silencio entre las cenizas manchadas de vinos y restos de comida, voló apresuradamente gimiendo venganza donde se encontraba su amo, el Fuego Fatuo.
Una leve risa despertó de su sueño a Tam-Tam, se acomodó cambiando de lugar su cabeza, y volvió a descansar.